jueves, 30 de diciembre de 2010

¡Arde, puto de cartón!


Termina 2010 bien arriba, o abajo de todo, en el mismísimo infierno: me convertí en un réprobo pajero de historieta (porque réprobo pajero en la vida real ya soy). O, mejor dicho, me convirtió Gustavo Sala a través de su Bife Angosto que sale todos los jueves en el suplemento NO. Vayamos a los bifes: ahora tuve una nueva salida del closet como puto de cartoon. Y eso me pone chocho porque me hace honor. Como podrán leer arriba (amplíen con un clic), mi versión funny animal es impecable, casi documental: tengo tetas, barba, me babeo con el cine mainstream, soy polideseante compulsivo, hiperpajero, cuando eyaculo me salta el pop-corn (ver viñeta tres), me prendo fuego en público inescrupulosamente y llego al averno con la japi y el culo quemados (que es como hay que llegar, porque si no te asás en vida, cuándo). Y abajo, en el sótano incendiado, me recibe el colorado cornudo, con físico de gimnasio, que es de los míos. Y, como ya se lo dije a la muchachada de Facebook, si tengo que ir al infierno por ser un puto pajero, me lo banco sin aire acondicionado.
A Sala lo conocí hace varios años, le hice una entrevista en uno de nuestros frecuentes encuentros marplatenses, que fue publicada en El Amante (creo que salió en marzo de 2009).
Cada tanto, su tira Bife angosto se compila en unos libros que edita De la Flor; el cada tanto del tomo dos llegó ahora, así que pueden degustarlo durante el verano. Pero su talento es bastante inagotable, no se limita al dibujo en tira, porque también canta en una banda casi fantasma que se llama Los dentistas tristes, hace espectáculos de humor, radio e, incluso, tiene tiempo de definir los gustos extravagantes de la heladería Italia de Mar del Plata, como lo hace en el flamante Libro de Oro del helado argentino de Javier Porta Fouz y Natalí Schejtman. Sala para todos los gustos.

domingo, 26 de diciembre de 2010

El jefe de los malos


Resultó ser que en el balance del año quedó entre mi Top Ten la película Halloween II de Rob Zombie. La crítica breve que publiqué en su momento incluía la letra de una canción, en ese momento inédita, de 107 faunos, ahora incluida en el disco Creo que te amo, que salió segundo entre los mejores discos del año del suplemento NO, pero en mi lista personal está primero. Abajo, entonces, les copio la crítica, originalmente publicada en El Amante, ahora en versión levemente extendida.

Pabellón psiquiátrico
Ni regodeo gore, ni torture porn ni nada que interfiera o condimente alla moda el horror, en Halloween II hay violencia directa al infierno, esa que asusta a repetición. Esta nueva masacre de Michael Meyer, el enmascarado de las Noches de brujas, tiene una veta slasher brutal hasta lo insoportable; incluso, en varios momentos la película es dolor puro. Cine bien heavy. Golpe a golpe, se hace camino al andar desquiciado, y Rob Zombie sabe que ese trazo grueso merece un grano del mismo calibre: la película está filmada en 16mm, con la emulsión física reaccionando a esa poca luz que queda entre tanta oscuridad. Por eso, la sangre no es roja, es oscura como la brea, lo que crea casi un nuevo subgénero: el gore dark. Pero esta negrura que recorre Meyer se interrumpe por su propio territorio-teatro onírico: imágenes níveas de él mismo y de su madre a caballo como zombies blancos. En un mundo oscuro, lo único que logra iluminar es la mente sucia: la mirada privilegia la inversión deformante, punto de vista perfecto para narrar con la malicia puesta (esa identificación con el monstruo, además, queda claro cuando Meyer se saca su icónica careta: lo que se logra ver de su cara entre sombras es igual a Rob Zombie). A primera vista se puede pensar que es una película psicológica, pero no: es terror psiquiátrico, y tal vez inaugure otro nuevo subgénero (es que Zombie hace películas sub, por debajo de lo que la conciencia estándar percibe como cine). Y sí, finalmente la psicosis (vía cita explícita a Hitchcock) se interna en Halloween II para confundirlo todo en un mismo brote de esquizo-cinefilia, para ser slasher y fantástica indistintamente, para ir en vaivén entre lo masculino y lo femenino (miren la androginia de la protagonista al final y la cita transexual de Rocky Horror Picture Show), para ser el gesto más descentrado de un loco peligroso: en la mente psicótica no hay anclaje posible, hay deriva impura y dura.
De los cinco largos para cine que dirigió Zombie, dos fueron segundas partes de películas propias. Halloween II además es remake, se puede decir que es segunda al cuadrado. Y como se dice, y se repite como frase hecha dogma: las segundas partes nunca fueron buenas. Y Zombie es un especialista en hacer las cosas mal, ese es su metier y ahí se mete sin asco. Un cirujano que sabe que la mala praxis es más incorrectamente aterradora y divertida. Así sea.
La canción que más tarareo por estos días, de esas que se instalan como un insecto zumbón en el cerebro, es una inédita de los 107 faunos, se llama “El jefe de los malos” y esto es todo lo que dice: “Ser el mejor en lo peor toda una misión cumplida. Una obra gigante.” Un himno perfecto para Meyer/Zombie.

martes, 7 de diciembre de 2010

Top Waters 2010


"Todavía voy a ver películas a los cines el viernes de estreno y leo las críticas esa noche. Nunca miro películas en DVD, y nunca miro televisión. Todavía soy de la vieja escuela; me gusta el cine de arte, me gustan las películas extranjeras, me gustan las rarezas. Quiero decir, la única revista que me pide que escriba mis 10 mejores películas cada año es Artforum. Y lo escribo para el mismo público que creo que le gustarían las películas que más me gustan. Este año me gustó Enterrado y Jackass. Creo que Jackass es la única película en el espíritu de mi Pink Flamingos y mis primeras películas; creo que Johnny Knoxville está haciendo sus películas en el mismo espíritu que las haciamos cuando éramos niños ". Parte de la entrevista a John Waters publicada por Rober Ebert en su sitio. Era esperable, el Príncipe del Vómito nunca me falla con su mal gusto.
Más John Waters y Pink Flamingos por acá.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Rock and Roll Radio Taxi


Hoy me tocó el primer tachero ramonero de mi vida. Tal vez no haya otro. En realidad me decía que era un ex ramonero, que lo del punk había sido, que fue un berretín adolescente y que ya estaba grande (el tipo andaba por los 50). Nombró a Dead Kennedys, a Sex Pistols, a PIL, pero lo que más le gustó siempre fue Ramones. Fue, dijo. Traté de convencerlo de que volviese, o más bien de que no se puede abandonar al punk fácilmente, que no hay que creer que porque las canciones son relámpagos, vibraciones de aires comprimidos, se eliminan con la primera orina de la mañana sin dejar residuo. Todo lo contrario: no hay efecto residual más denso, que echa raíces profundas en la flora intestinal, que el que se produce entre los que se fumaron la basura punk y les gustó tragar el humo. Le decía esto con palabras más secas, directas, que ahora reescribo en mi resaca para inducir el vómito de otra carta de amor desesperada, cursi, intentando adornar renglones con mi netbook para explicar otra vez el placer visceral de mi romance con Ramones. Pero mis palabras originales trataban sólo de apretar al tachero para que soltara prenda, para que me cuente de su vicio ramonero. Y me habló de un vinilo que tenía en la casa de su madre, que escuchaba cuando era chico. Pura ternura. Me miraba por el retrovisor, el brillo de los ojos cuando recordaba parecía un flash a punto de dispararse. Como le había aclarado que era fanático de Ramones, me preguntó de todo sobre la banda, como si estuviese preguntando sobre un amigo en común que él no veía hace mil y que yo todavía frecuentaba. No sabía que habían venido a Argentina ni que se habían muerto tres; pero sabía las canciones, las había escuchado millones de veces, se notaba de lejos que él también tenía el corazón envenenado por el 1,2,3,4 y las melodías masticables en cohetes directo al infierno. Me despidió con una promesa conmovedora: que iba a buscar el disco, que iba a meter púa de nuevo. Me bajé en la puerta de Niceto, iba a ver a Go-Neko! y a El mató a un policía motorizado. El punk es un viaje de ida.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Pre y post glam


Vicio y versa. Toda una década (la del 70) y muchas políticas del cuerpo, del deseo, del género y del sexo que pasaron, por atrás y por delante, de dos películas, Performance (1970) y No se puede parar la música (1980). En 1968, Mick Jagger empezaba a filmar la que iba a ser su primera película de ficción, Performance, una suerte de gangster film psicodélico, con todo el mix de géneros y la tendencia a la orgía pansexual que unos años después, cuando la película se estrenase, se bautizaría glam rock. Los seis Village People, surgidos casi una década después en 1977, se insertaron como señaladores en las últimas páginas de la Era Disco con su estética de espejo de gimnasio macho man artificiosa post-glam que explotaría en No se puede parar la música. Sobre la performance de Mick y las coreos del sexteto disco hay algo en el suplemento Soy de esta semana.

lunes, 8 de noviembre de 2010

35 años sin Pasolini (al cuadrado)


"Aquí está Alberto Moravia en el funeral, con el discurso de despedida, con su frase célebre sobre la muerte del poeta. En el germen autoral de Pasolini, en su libro publicado en 1942, Poesie a Casarsa, ya está marcado su carácter poético. En pleno régimen fascista, Pasolini escribió sus versos en friulano que, como todo dialecto, era combatido por Mussolini y sus aliados en su afán de construir su idealista Italia uniforme. En su juventud, coherente con su filosofía de vida, Pasolini ya plantea que la palabra poética no es puro símbolo, sino también índice: una forma de hablar que señala un lugar concreto de procedencia, letras con pies en la tierra, el dialecto como manera de resistencia a la neutralización. La palabra como nexo con lo real, la voz como materia rebelde al idealismo. Otra forma poética de 'materialismo dialéctico'."

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mi héroe es la gran bestia pop


A pesar de mi ansiedad caníbal, que me come el coco, todavía no vi Machete, la película de Robert Rodriguez, me niego a verla (re)bajada siendo que se va a estrenar en cines. Pero sí tengo en mi poder el número cero del cómic de Machete, que, a diferencia de otros dedicados a películas (el de Del crepúsculo al amanecer podría ser un ejemplo), tiene buenos dibujos y el nivel de ideas es elevado (júzguenlo por la tapa de arriba, si no). No digo que mucho, pero el cómic algo me calma la ansiedad cinéfila. Igual, sobre todo, me produce una nueva felicidad el hecho de que Danny Trejo se convierta en un héroe de las historietas, así lo puedo disfrutar multiplicado en otros lenguajes (¿primer caso de persona que pisa los 70 que se convierte en héroe de historieta?). Es que soy un fan inmoderado, sinvergüenza de Trejo, tanto que en septiembre de 2008, en la revista El Amante, en un dossier sobre mejores actores y actrices para la redacción, publiqué esto sobre él:
Danny Trejo
¿Qué sería lo peor que le puede pasar a un criminal y adicto que vivió casi una década completa en la cárcel? Ser una estrella de Hollywood. Sí, por desgracia, DT encontró el buen camino entre los astros cinematográficos, esas personas sensibles, los emos del mundo del cine. Pero ninguna sensibilidad podrá contra su carne de acero, sobre todo porque varias cosas aún sobreviven de sus días de gloria criminal: una cara de cicatrices como campo minado, un cuerpo con los tatuajes más gronchos del mundo y músculos forjados en el box carcelario. Y así, a fuerza de un talento a trompadas de fiereza temeraria, este tipo es el héroe de picos intravenosos de autenticidad cinemática. Y a la mitad de su sexta década de vida, Trejo es el actor más prolífico de su edad. Yerba mala (bien fumada) nunca muere.

PS: Hablando de historietas y héroes de acción, la semana pasada vi RED con Bruce Willis y me gustó mucho, también ayudó para calmar un poco la espera por Machete. RED significa Retired Extremely Dangerous y se podría aplicar a Danny Trejo porque, aunque no está retirado, tiene la edad como para estarlo y es extremadamente peligroso dejarlo al alcance de los chicos. Cualquier duda consulte a su médico de confianza.

sábado, 9 de octubre de 2010

Pasión sáfica


Cada vez que me convocan para actuar en alguna película, el papel que me ofrecen se perfila para el lado del escándalo sexual, exhibicionista, lujurioso. ¿Tendré cara de actor/actriz porno ideal para el cumshot? ¿O tendré, y no me di cuenta, el physique du rôle apropiado para ser sexual y fotogénicamente excitante para las cámaras? No lo sé, y tampoco me atrevo a preguntarle a nadie estas estupideces; aunque la ignorancia nunca me paralizó, y por eso siempre estoy listo para mi primer plano (o para mi "plano quirúrgico") cuando el deber queer llama a mi puerta o, lo que es mejor, cuando me puertea. Por ese llamado, me resbalé por algunas noches lubricadas de delírium trémens en el Safo de Goyo Anchou y junto a El mendigo chupapijas de Pablo Pérez. No me arrepiento para nada.
Ahora, ambas y juntas (son dinamita) se proyectan en el Ciclo Puto Amor, todos los domingos de octubre (todavía quedan tres) en el ArteCinema, Espacio Incaa Km 3, Salta 1620, Constitución.


PS: No crean que el de la foto soy yo. Ojalá, pero es el gran actor Mosquito Sancineto, que me acompañó por las inolvidables noches de Safo.

martes, 5 de octubre de 2010

Drama plástico


Cada vez que veo y escucho el video de Drama! de Erasure se me pone la piel de gallina, me da miedo que algo me guste tanto como para no conformarme con volverlo a ver una sola vez, y que me agarre la adicción del repeat como un psycho video-voyeur serial. Ni bien me enfrento a Andy Bell & Vince Clarke en ese callejón de comedia musical, amenazados por nubes tornasoladas, me dan esos "temblequeos" del "Hombre plástico" al que le cantaba el primer Virus. Es que esa lluvia plástica toy-trash es el mejor apocalipsis que puede acompañar a esa canción asquerosamente pegajosa, con ese desarrollo en crescendo que explota con el coro de gritos mejor colocado de "la historia del futuro" del synth-pop más bailantero (según AllMusic, los gritos fueron cortesía de los Jesus and Mary Chain, aunque no fueron acreditados). Hay en la letra de la canción algo de extremada sensibilidad melodramática, con dimensión teológica y todo ("The Lord only knows the ultimate necessity of love") que convierte al paquete en una especie de pequeña guía de cómo ser una drama (dancing) queen, el mejor arquetipo de nobleza queer. Desde que vi este videoclip a fines de los 80, creo que un sábado en un programa de Canal 9 presentado por BB Sanzo, lo consideré una remake vengativa de Synchronicity II de The Police, que era aún muy popular en esa época, pero que me parece el colmo de la pose rocker-cool. Bueno, la verdad es que pocos videoclips me dan la felicidad de Drama!, y pocos tienen esos grandes momentos de verdad-falsa como cuando cae el teclado sobre una colchoneta inflable y una mano empieza a tocar inmediatamente la melodía. ¡Y ese gato es divino!

lunes, 4 de octubre de 2010

Family Game


El jueves pasado se estrenó Mi familia, título local de The Kids Are All Right, dirigida por Lisa Cholodenko, de quien hasta ahora no se habían estrenado ninguna de sus dos películas anteriores. Sólo con el hecho de que Annette Bening y Julianne Moore interpreten a un matrimonio de lesbianas que cría a dos hijxs, la película hubiese sido un hallazgo; pero además, como sucede siempre con Cholodenko, se propicia una necesaria discusión sobre el retrato de la diversidad familiar en el cine. Bueno, un poco sobre esto en una breve nota de adelanto que escribí para el suplemento Soy en marzo, y todo lo que falta allí está completado por la reciente nota de Mariana Enriquez.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Guirnaldas con amores


Fred Astaire y Cyd Charisse bailan entre arreglos florales sinfónicos. Un ballet de manos que dibuja guirnaldas en el aire. 30.000 páginas ametralladas con una Remington que viven pendientes de la hora. Un canto de vírgenes y castañuelas marcando un tic-tac marica y revolucionario. Todo esto (y muchas más fantasías documentales) se puede ver en Santiago de João Moreira Salles, caleidoscopio único, que incluye autorreferencialidad brutal, alegría fúnebre y otras sensibilidades de difícil nomenclatura. Por eso, si pasan los sábados, a las 19, por Fundación Proa, podrán ponerle el nombre que quieran a la experiencia Santiago. Y si linkean con el Soy online, cualquier día a cualquier hora, leerán un poquito más sobre la película del mayordomo justiciero.

jueves, 16 de septiembre de 2010

F for Fake Footage



Postmortem, Orson Welles sigue creando confusión, que era su forma privilegiada de crear. Desde hace un tiempo ataca de nuevo a partir de una nueva máscara, la del murciélago. Y era de esperar que su vampirización siguiese curso ilegal. Si con F for Fake (1973) había demostrado que su mejor testamento podía ser la lección del cineasta como falsario, ¿por qué tan pocos se atrevieron a desmontar su obra para crear más fraude? ¿Dónde están los cineastas y videastas del found footage cuando más se los necesita? Ya Santos Zunzunegui había pensado a Welles como un cineasta de lo inconcluso (dedicando el capítulo más extenso de su libro sobre Welles a las películas inacabadas), que además había dejado la puerta abierta para proseguir con sus derivaciones de espejos enfrentados, multiplicando sus imágenes para que no se clausuren. No hace mucho, a alguien se le ocurrió una idea que primero parece disparatada: Welles fue el autor de un proyecto que adaptaba al cine la historieta "Bat-man", proyecto del que sobrevivió el trailer posteado arriba (hay más versiones si husmean en youtube).
Pero si uno se pone a zigzaguear por el mondo Welles, el batiproyecto parece bastante lógico, porque no es ridículo pensar una supuesta influencia del universo Batman en sus películas. Para empezar, se pueden linkear por la tendencia de Welles a la nocturnidad expresionista y los encuadres retorcidos (angulaciones que bien podrían ser una composición de viñeta). Aunque algunos detalles parecen vincular más directamente ambas obras: ¿Acaso Citizen Kane (1941) no podría ser una referencia a Bob Kane, el creador de Batman? ¿Y los misteriosos murciélagos en los títulos de crédito de Mr. Arkadin (1954)? En la mansión de Xanadú, el protagonista de El ciudadano acumula objetos y animales como si fuese la baticueva perfecta, desde donde se puede contener y entender al mundo. Welles hizo casi lo mismo a través de su obra, y hoy es tiempo de seguir reanimando, remixando, liberando esas imágenes y sonidos que él dejó abiertas para que continúen confundiendo como trucos de un hábil prestidigitador. Porque recuerden que, entre otras cosas, Welles era un mago eximio, que es lo mismo que ser un artista del espejismo.

Más sobre Found Footage, por acá, por aquí y por allí.

Este post fue motivado por el muro de Facebook de Morganita Surrealisme. Se agradece.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Kontra Kultura


El día de la historieta lo festejo con lo mejor: el circo de amour fou de Krazy Kat, al que le dediqué una nota sobre su impronta queer en el suplemento Soy de ayer nomás. La excusa, además, fue que la historieta de George Herriman cumplió cien años el 26 de julio pasado: y mirando la potencia de cada dibujo, de cada globo, no se puede creer que el radical mundo de Coconino County, poblado por una fauna más que excéntrica, haya podido desarrollarse por más de cuarenta años en los diarios, abofeteando con ideas vanguardistas cada despertar, desde el episodio de la tira diaria del Te de Tigre (supuesta alegoría sobre drogas recreativas) hasta conmover con ideas de metahistorieta en las páginas de un domingo cualquiera. Y recomiendo un libro que, por primera vez, reproduce en tamaño original algunas de las páginas dominicales de Krazy Kat, es el libro más grande que tengo, física y artísticamente hablando, una celebración que tiene el peso específico de un ladrillazo de amor en el marote. Zip. Pow.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Look Lucchetti


La odisea de dejarme el pelo largo, por primera vez en mi vida, está teniendo algunas consecuencias terribles, especialmente cuando me levanto de mañana y veo mi cabeza convertida en la de una medusa electrificada. El otro día, Romina, la teacher de Norberto, que me vio en ese estado capilar-matinal, me cantó la justa: "Parecés Diana Arroz", lo dijo tratando de contener una risa que se le escapó igual, aunque haya intentado tapar su boca con la mano, porque es una persona educada como para abofetear en la cara a alguien con una carcajada. La verdad no ofende, el espejo me lo confirmaba: con mis rulos desencajados y la mata abultada a más no poder, yo me parecía a la mamá Lucchetti lookeada para su show de Diana Arroz. Y, poniéndome a pensar en las últimas publicidades de la familia Lucchetti, que tienen un éxito rotundo, me di cuenta de que mi parecido tenía un sentido evidente: la familia Lucchetti salió del closet. Sobre todo si miramos sus últimas apariciones públicas: la de The Master of The Sopas, con su estética disco-glam, y la de la imitación a Diana Ross, definitivamente un icono gay a partir de su éxito I'm Coming Out, canción que se parodia en la publicidad. Además, ¡ahora el hijo Lucchetti es patinador artístico! Por eso nadie debería sorprenderse de que Argentina sea el primer país en Latinoamérica en tener la Ley de Matrimonio Igualitario, si la familia televisiva más popular del momento es taaaaaaan gay friendly.

domingo, 22 de agosto de 2010

Estafa maestra


Steven Jay Russell está condenado por 144 años de prisión por hacer justicia: sacarles dinero a las financiadoras, a las compañías de tarjetas de créditos y a los bancos (todas instituciones basadas en una libertad de mercado -que además nunca es del todo tal- que les garantiza estafar impunemente a las personas, jugando con cumplir deseos que ellos mismos crean). Bueno, la cuestión es que este estadounidense, rey del disfraz, de la estafa y de la incorrección sin límite, es víctima de una condena desproporcionada que funciona como castigo ejemplar para todx ciudadanx que trate de corromper el sistema de seguridades económicas en que se funda la mayoría de las actividades sociales de la actualidad. Hay una campaña para liberarlo: yo ya firmé, soy el número 411, y ustedes pueden hacerlo si pasan por acá. Y si quieren más información, pueden leer muchos artículos online (incluso algunos de su biografo, Steve McVicker), y ahora se agrega la nota sobre la película basada en la vida de Russell que publicó el último número de Soy.
Aclaración: la foto de arriba es la única digna que encontré de Russell, aunque no estoy tan seguro de que sea de él (de todas maneras, como es tan cambiante, tampoco importa demasiado). El aspecto actual lo pueden ver en esta nota de Esquire.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Los amigos de Dorothy


Hoy una estampita de El Mago de Oz reemplaza al logo del buscador Google, será cuestión de tipear Dorothy y ver si aparece el camino amarillo (que siempre fue) virtual para ir en la búsqueda. Pero, ahora que me fijo bien, en la imagen falta el arcoiris. ¿Homofobia? A ver si me acompañan para cantar una que sabemos todos/as, así le damos una lección a este tal Google: "Birds fly over the rainbow..." Aunque mejor que saquen la imagen, que no se metan con Judy Garland porque se va a armar la podrida, que Stonewall va a ser un poroto al lado del agujero que le vamos a hacer. Che, qué lo parió, ni a los muertos gay-friendly dejan en paz. Como diría Niní Marshall: "Si tuviese un revólver le daría flor de cachetada" (cito de memoria, creo que la frase está en Carmen, 1943, pero no estoy seguro. ¡Cuánto hace que no veo películas de Niní! ¿Habrá alguien que las siga viendo? Ellos/as se la pierden).

domingo, 8 de agosto de 2010

De perlas


El muñeco que ven en la foto, con unas perlas rodeando su cuello, está en la ventana del piso de Nazario que mira a la Plaza Real, perfecto lugar de Barcelona donde se cruza lo lumpen y lo chic, siempre en dosis extravagantes. Según Nazario el reptil enjoyado está para espantar a las palomas, una plaga que amenaza cada ventana a vuelo rasante (para más datos, leer el capítulo dedicado a dichas aves en Plaza Real Safari, libro sobre la experiencia de Nazario durante más de treinta años alrededor de la plaza). La foto la saqué hace poco, gracias a la generosidad de Nazario y Alejandro, que me abrieron las puertas de su casa, el mítico "corral de los maricones" del número 12 de Plaza Real, que alguna vez compartieron con Ocaña. Para más información sobre Nazario, la Plaza Real y el reptil, pueden leer la nota del Soy de esta semana. O también pueden ir al sitio de Nazario.

viernes, 30 de julio de 2010

Punto Game


Salté una mata de pasto que interrumpía mi camino y me agaché justo cuando un murciélago amenazaba con voltearme. Subí las escaleras a tiempo para saltar un barril que rodaba hacia mí. Disparé hasta que las serpientes quedaron petrificadas y me permitieron rescatar el tesoro. Un pato salió del camino prefijado y tuve que pegarle un tiro. Salté el fuego para poder obtener la llave. Esquivé al gato que me perseguía para poder seguir comiendo mi queso; cavé el túnel que me permitió disfrutar de las cerezas. Esto podría ser el núcleo de mi biografía en 8 bits, la época en que era un aventurero de joystick. Digo que podría ser mi biografía, pero miento, porque podría ser la de cualquiera que, como yo, hubiese gozado del paquete turístico ColecoVision que lo llevó por Smurf: Rescue at Gargamel's Castle, Donkey Kong, Venture, Carnival, Montezuma's Revenge, Mouse Trap, Mr. Do! Si no entienden de qué hablo es porque no vivieron los '80 a pleno, o no los vivieron desde el principio, y ponerme a explicar una década sería eterno e improcedente (y, además, para explicaciones están los links). Sólo agrego algunas cuestiones biográficas: los recursos familiares no me hubiesen permitido nunca tener una consola de videogames en mi casa, y el azar quiso que herede el ColecoVision de unos primos que se fueron a vivir a España (la llegada del "Coleco" a mi casa fue como si un plato volador hubiese traído a ET a mi living de Barracas al sur). Como estaba algo atrasado en relación a la tecnología (el ColecoVision ya había fracasado, el Atari se impuso y ya era desbancado por la Commodore) me daba vergüenza confesar que todavía jugaba a cosas tan rudimentarias como "el Pitufo" o el Venture. Sin embargo, esos videojuegos los disfrutaba en la intimidad como un chancho (como el chancho que siempre fui), dedicando horas a repetir trucos para pasar de nivel, acumular records personales absurdos, siempre esperando el milagro de conocer el final del juego, esperando que sea un climax visual prodigioso, ese non plus ultra para el shock que mi imaginación había alucinado tantas veces. No pasaba casi nada, pero la excitación porque se quiebre ese tiempo de tics, de reflejos condicionados, de mero mohín tecno, en que se había convertido mi vida adherida al joystick, siempre era una esperanza para seguir pasando pantallas.
Después (qué importará el después) mi vida adolescente me fue llevando por el camino del flipper y al videogame lo dejé de lado, para siempre. Apenas tuve una recaída con el Tetris (con otra consola que no sé bien cómo terminó en mi casa), pero fue un período muy corto, yo ya estaba en otra. Pero no me pregunten por otras formas, cualquiera de ellas, del videogame hasta la era digital porque desconozco: nunca, nunca jugué a ningún otro, apenas algún solitario del Windows (y la Playstation es un país tan extraño para mí como Corea del Norte). Mi sensibilidad gamer es, lo admito a pesar mío, puramente retro (pero sin nostalgia alguna), quedó formateada en los 8 bits. Por eso me interpeló inmediatamente La princesa está en otro castillo!, la convocatoria del Centro Cultural Vendrás alguna vez, y realicé un dibujo para formar parte del ciclo. Lo aceptaron, así que este fin de semana me verán por allí, contento por primera vez de mostrar en público lo asquerosamente fanático que fui (que soy) de la aventura del basural pop del videogame.

domingo, 25 de julio de 2010

Salma Queen


Recién acabo de leer una nota de Mariano Kairuz en el Radar de esta semana, dedicada a Salma Hayek, a su retorno en no sé qué película. Con toda la justicia del mundo, la nota pone a Del crepúsculo al amanecer en primer plano para explicar el poder de la Hayek a partir del personaje de Satanico Pandemonium que ejerce con disciplina de pin-up infernal en ese peliculón de Robert Rodriguez. Escribe Kairuz: "Si la carrera de Salma Hayek se hubiera reducido a esa escena de vampiresa, puf, hubiera alcanzado para convertirla en un personaje de culto, su metro 57 de estatura estirado a proporciones sobrenaturales." Justiciera nota babosa. Y yo casi que me pongo nostálgico hasta humedecerme por desear querer volver a ver esa película en pantalla gigante, mirar a SH perreando en el cabarute azteca (y al bigote recio de Fred Williamson) para que todo se convierta en un festín diabólico a mil baldazos de sangre de la escuela cormaniana del cruce de género y comedia degenerada en su veta física de los '70.
Creo que con Kairuz vimos juntos Del crepúsculo al amanecer por primera vez en el cine Ocean, creo que también estaba por ahí Javier Porta Fouz. Lo seguro es que la vi en la última función de un miércoles de la semana del estreno, si ellos no estaban conmigo me los encontré a la salida. Y lo que tengo perfectamente nítido en mi memoria es que terminé esa noche fuera de órbita tras ese ejercicio inteligente de reciclaje que escupía chispas de autocine. No es que sea de respuesta discreta frente a las películas, pero creanmé que salí con los ojos en llamas: alguien entendía el lenguaje de la teenxploitation, podía reflexionar sobre ella sin quitarle peso a la acción. Me volví un fanático inmoderado, me gasté una tonelada de guita (en esa época estaba subempleado) en el cómic original, la banda de sonido y en las revistas Fangoria y Cinefantastique con notas y dossiers sobre ese exceso de ideas que había unido a Tarantino & Rodriguez. Parte de la crítica local la había maltratado o, en el mejor de los casos, ignorado. También, antes que volara de las salas, fui a verla al cine varias veces más, incluyendo la función más trash en la que alguna vez estuve (si exceptuamos las del sótano de la calle Montevideo donde funcionó temporalmente el cineclub Nocturna): fue en el cine Premier y cuando sonó "Cucarachas enojadas" de Tito & Tarantula, la gente coreaba mientras revoleaban lo que tenían a mano, fue una rebelión sincrónica y fumona. Por un momento, fuimos una secta de espectadores-vampiros que había coincidido para que la orgía de la pantalla se multiplicara en la platea oscura.
Otro día, alrededor de una década después, con otros amigos/as (Kairuz seguía estando ahí, firme junto al pueblo cinéfilo-trash), nos juntamos para ver en divx, ni bien se pudo bajar, Planet Terror (suerte de secuela de la experiencia anterior de Rodriguez & Tarantino) y el éxtasis fue similar, repetido en versión casera y catódica, pero con idéntica sensibilidad pirómana. Hoy, en la ansiosa y dulce espera de Machete de Robert Rodriguez y ¿Ethan Maniquis? (creo haber leído que en Estados Unidos se estrena el 3 de septiembre), evidente posible sucesora de aquellas bestias cinematográficas, espero volver a temblar. La furia de mi idolatrado Danny Trejo que ya despliega el trailer me asegura al menos un pasaje para descarrillar en un tren de alta velocidad. Ojalá que parezca otro accidente.

viernes, 23 de julio de 2010

Tecno-Pop


Con Miss Tacuarembó vuelven los ochenta pero sin ningún tipo de ironía, sin aggiornamiento ni culpa: la idea es retorcer la cultura tecnológica del videoclip hasta que lo gay explote como génesis de todo acto musical contranatura. Martín Sastre adapta ese pequeño novelón homónimo de Dani Umpi donde una telenovela de pueblo chico es filtrada por Parchís, Flashdance y Madonna hasta que se convierte en la tragicomedia pop de una vida perfumada por la intensidad y la melancolía. Algunos detalles más en la nota de Soy de esta semana.

sábado, 17 de julio de 2010

Escala (musical) Richter


Alerta meteorológico para esta noche: caerá nieve en cantidades industriales pero no exactamente desde el cielo. Porque cuando suene esa sinfonía en escala Richter que es Creo que te amo se va a producir el movimiento de las montañas que sacudirá los picos nevados para provocar otra vez ese alud llamado 107 Faunos. Y yo seré feliz como un muñeco de nieve.
¿Por qué tanta felicidad? Primero, porque sé que 107 Faunos es una pandilla que cree que la comunión es diversa o no es, porque la música no se limita a una escala de notas en su justo lugar, en su preciso momento, sino que amplían el pentagrama hasta volverlo anagrama, hasta que el enroque del tiempo y el espacio dispare una vibración del aire atrayendo a las alturas y a las profundidades. Sus recitales son como plegarias que invocan al vacío y al desorden (o sea, a todo y a nada) porque su sentido megalómano es extremistamente climático, o nos congelamos o nos prendemos fuego. Pero, a entender bien, no se trata de irnos al infierno o al cielo, sino que estos vengan a la tierra. El ruido de cada canción de esta pandilla es bien terrena, cada canción es un atajo vertiginoso hacia un paisaje bien definido, una escenografía diáfana (sino escuchen esas descripciones nítidas en letras que imprimen un bucolismo rural y suburbano) donde echar raíces para hacer crecer la mitología de este mismo mundo. A este lugar extremo sin límites, que sólo la música puede crear, es a quien está dirigida la insegura declaración de amor que da título al disco.
Y, repito, hoy el paisaje tendrá la blanca gelidez de los deshielos montañosos, donde los 107 Faunos resbalarán (como es su costumbre) con la perfecta complicidad de Rosario Bléfari, que ya sabe bastante de saludos en la nieve.
IMPORTANTE: Si quieren derretir las tundras de la mente leyendo sobre el disco Creo que te amo, acérquense a la hoguera de la inteligencia en llamas del profesor punk Agustín Masaedo, sólo tienen que hacer un clic en Cintas originales.

viernes, 16 de julio de 2010

No pasa naranja


Aunque a veces me considero una perra laika, la que está arriba no soy yo, es una perra católica del equipo naranja que, impulsado por la iglesia vaticana, fue a una marcha el martes pasado para tratar de imponer un papá y una mamá como fórmula familiar para todas las personas. Y yo también fui, pero para escribir esta nota para el suplemento Soy del triunfo.

Todavía faltan ocho cuadras para llegar a Plaza Congreso y ya se cruza la primera cuadrilla naranja: un grupúsculo integrado mayormente por adolescentes de un colegio secundario llevan una pancarta reclamando su derecho a tener un papá y una mamá. Hay pecheras o remeras arriba de camperas y pulóveres del uniforme que los revisten de un naranja casi flúo. Pienso que no pueden ser de los que les perdonan la falta por ir al acto, a no ser que vayan a escuela nocturna, porque el turno tarde debería haber terminado ya pasadas la 18:00. ¿O les dieron el día libre para que vayan? No lo sé, pero el desgano infinito que ponen para ir al Congreso me confirma que su compromiso en la marcha es poco genuino, que ese día es lo que es, un Martes 13: una vieja y morosa película de terror adolescente que ya no entusiasma a nadie, incluso no sirvió ni la promesa de los obispos de que en este caso el protagonista iba a ser el mejor villano, el Diablo. El terrorismo religioso parece estar perdiendo sus últimos adeptos. Tal vez por eso en los últimos días habían querido cambiar de género y pasarse al bélico; otra vez los obispos declarando que esto del matrimonio entre personas del mismo sexo se trataba de una “guerra“. ¿Se deciden por favor qué película vamos a ver? ¿O se trata de un aggiornamiento eclesiástico para tratar de captar a las nuevas generaciones y los sermones tienen la modalidad del zapping litúrgico, un poco de terror, un poco de acción?

De lo que no había duda era de la utilería, porque al llegar a la Plaza Congreso se veía que el color dominante de la puesta en escena estaba bien definido: globos, remeras, pechera, cartel, pancarta, bandera, banderita, vincha y gorra, todo naranja. Y tanto cotillón chillón, aunque la Plaza aún estaba despoblada, se imponía como afirmación cromática enigmática: ¿a qué viene tanto naranja? Me acerco a un cura hablando con tres mujeres y un muchacho y les pregunto qué significa el naranja. Gesto de incertidumbre, me responden al unísono que no tienen idea. Me doy cuenta de que se preocupan, que ponen cara de estar chupando un limón. Igual me quedo firme con cara de estar esperando una respuesta más válida. El cura, con el pelo teñido negro ala de cuervo en composé con su sotana, intercede por los que pecan de ignorantes: “Esa no es la pregunta que tenés que hacer, tenés que preguntar por qué estamos acá. Preguntale a él por qué está acá.” Y señala al único varón de los que lo acompaña, con su dedo infalible como brújula misógina. No quiero confrontar, obedezco la palabra del sacerdote y le hago la pregunta al treintañero señalado. Sigilosamente se aparta del grupo para responder; dice que está para apoyar una verdad que es científica. Me doy cuenta de que se aparta para que el cura ni las otras personas lo escuchen, porque lo suyo no era una cuestión de fe. Y sigue: “¿Vos alguna vez armaste un rompecabezas? Bueno, la familia es como dos piezas que encajan, y la ley de matrimonio gay quiere hacer encajar dos piezas que no encajan. La familia es una cuestión de cóncavos y convexos, es matemática pura.” No lo podía creer, alguien me estaba explicando, con total seriedad, la base de la familia de la forma más pornográficamente infantilista que se podía esperar. Es que, mientras seguían llegando los carteles, veía que la cosa iba por ahí, que todo era de una escolaridad radical, primaria, como si la Plaza Congreso fuese un gran salón de actos de un colegio de guardapolvos naranjas. Y la charla del muchacho insistía en su metáfora de geometría obscena con figuras abotonadas unas en otras, repitiendo todo la obsesión con la genitalidad del discurso biologicista-natural y religioso, es que parece que cuando tiene que argumentar no tiene pudor. Así que cansado de su cantinela, lo interrumpo con un “Aaaah, pero vos sos científico”. Y, sin parecer advertir mi tono sarcástico, me dice: “Sí, soy de la Universidad Tecnológica Nacional.“ Y me pasa el currículum de egresado en no sé qué y blablabla, pero con un gracias me alejo para intentar que alguien me diga qué corno significa oficialmente el naranja.

Pregunto a varias decenas de personas y la mayoría responde que no sabe a pesar de estar usándolo, ni siquiera saben quién lo impuso. Algunos me dicen que es para uniformarse y poder identificar el movimiento “pro-vida”. Parece simple y maquiavélicamente coherente que quienes defiende “una sola familia” traten de uniformarse tras un solo color, y que tanto esa familia como el color sea una mera imposición sin sentido. A Gabriel Pacheco, un feligrés sanjuanino, cincuentón y bien dispuesto, le pregunto si el color se inspira en algún movimiento internacional, y me responde con seguridad que “el naranja se creó en Argentina para identificar a la familia“. Lo dice como orgulloso por esta creación nacional. Su frase me suena a esa absurda petulancia nacionalista de los que enumeran invenciones argentinas: el colectivo, el dulce de leche, las huellas digitales, la birome y el naranja para la familia. Toda la marcha y ni una respuesta muy convincente sobre el color.

Yo sí había pensado una teoría, claro, tal vez un poco forzada, que tenía que ver con que Anita Bryant, la pionera en construir un movimiento homofóbico pro-familia heterosexista en Estados Unidos, se hizo famosa a través de una publicidad de naranjas. Y por eso, inspirándose en ese liderazgo marketinero, alguien pensó que era un color válido para identificar a la organización “Familias Argentinas” (¿la sigla será FF.AA?). Era como esas telenovelas del viejo Canal 9 de los '80 que presentaban una “idea original de Alejandro Romay” pero si uno investigaba un poco sabía que era una versión poco jugosa de una sitcom o serie estadounidense. El Zar de la TV se había quedado con la cáscara. Ufffff, me salen ahora metáforas infantiles, me estoy dejando influenciar. Es que tanta escolaridad es contagiosa y de tanto disfraz y globo esto da carnaval monocromático, casi casi que me entretengo alucinando que estoy en un concurso de drag queens para elegir la reina del cítrico. Pero la realidad me sopapea de nuevo, esto es una marcha demasiado aburrida para compararla con casi cualquier evento glbti, le faltan como cinco colores.

Sigo participando. Ahora trato de atravesar la cáscara de naranja para ver si hay algo de contenido en esta marcha o sólo están mandando fruta. Me pongo a leer carteles y pancartas, a ver si las consignas proponen alguna idea. Casi todos repiten la fórmula “papá + mamá = matrimonio” o la consigna oficial de “Todo niño tiene derecho a tener un papá y una mamá”. Nada nuevo bajo la luna, excepto una organización o sigla que no conocía, FFF, dos carteles aclaraban su significado: uno decía “Familias Formando Familias” y el otro, “Fieles Felices Fecundos”. ¿La misma derecha con distintos nombres? ¿De la Triple A a la Triple F quiere decir que hubo una evolución en la historia de la derecha argentina, alfabéticamente hablando? También estaban los que pretendían ser insultantes y belicosos, como los que trajeron aquella que nos recordaba que una mala traducción del Levítico dice que somos una “abominación”. Y el cartel terminaba con la pregunta “¿Van a cambiar la Biblia?”. No, quédense tranquilos, la Biblia la cambian ustedes para tratar de encontrar una manera divina de insultarnos, pero a nosotros y nosotras nos corresponde cambiar las leyes civiles, para que la democracia argentina quede fuera de dogmas vetustos, que son un testamento tan antiguo como la pancarta “Argentina = Sodoma”. Igual trato de preguntar y la gente no conoce el Levítico, no sabe por qué exactamente está ahí. No puedo sacar un testimonio coherente. Gente me reparte volantes de organizaciones que no sabe qué son, ni dónde quedan.

Dos mujeres jóvenes sostienen un cartel que dice que “La familia vale la pena” con figuras recortadas de tres modelos de familia, donde se reparten pantalones y polleras en los distintos monigotes irregulares en una versión figurativa que desciende a niveles preescolares, salita naranja. Me siento que tengo que ir a esos subsuelos para hacerles una pregunta: ¿Ustedes que tienen pantalones están representadas con las figuras que tienen pantalones? Miran el cartel como por primera vez y se miran a ellas mismas, se ríen nerviosas. Me dicen que “es una representación.” No sé si se refieren a ellas mismas o al dibujo. Pero no importa, porque lo que quedó más en evidencia es que esas familias son una mera representación sin referente, el logo de una empresa sin empleados que puedan cumplir sus funciones supuestamente naturales. Quedó dicho, la familia heterosexista es un dibujo. Y el acto del escenario es su caricatura. Cantan “Los sesenta granaderos”, férreo patrioterismo escolar. Después, a la canción que Coca-Cola hizo para el último mundial de Sudáfrica 2010, le cambiaron la letra tratando de que antes del ohohoh se entienda que dicen “mamá y papá”. La gente solo podía cantar el ohohoh. Parecía uno de esos sketchs de Tinelli que le cambian la letra al tema de moda para bajar línea, que ya no los hace ni Tinelli. Me pregunto si la Biblia no será una canción con la letra cambiada. También me pregunto si no se dan cuenta de que el equipo naranja en el último mundial salió segundo, y de que los holandeses fueron el primer país en adoptar leyes de igualdad de derechos para parejas homoparentales. Creo que todo esto terminó teniendo el color de un presagio desafortunado para ellos, por eso, a pesar del himno y algunos otros rituales de rutina, todo se desconcentró temprano y tristemente.

Un hombre con un perro desde la vereda veía pasar a la gente, me pongo a su lado para leer los carteles en retirada, mucha iglesia de Provincia de Buenos Aires y del interior del país. Ahí me doy cuenta de que hablé con gente de varias provincias y que esta era una marcha nacional. ¿Estos fueron todos los que pudieron juntar desde los púlpitos de todo el país? ¿Sólo les dio para apenas llenar la Plaza Congreso? Entonces la curia debería replantear la relación con sus feligreses y no andar echando a los curas que, como José Nicolás Alessio, sostienen un pensamiento diferente al totalitarismo heterosexista de la Iglesia Vaticana.

Miro al perro a mi lado y tiene una suerte de delantal naranja que dice “Yo tengo papá y mamá”. Me parece el mejor chiste de la noche. Le pido permiso al dueño para sacarle fotos al perro. El se llama Pablo y no quiere salir en la fotos ni dar su apellido. Me responde que vino porque respeta el trabajo del cardiólogo Justo Carbajales, el que convocó a través de DEPLAI. Me lo dice con una seriedad que tengo que quebrar preguntándole: ¿No te parece que lo del perro con esa frase es una burla a todo esto? Me dice con la misma seriedad que no, que “los perros no discriminan y que ojalá los hombres amaran como los perros.” Ah, bueno, la zoofilia llegó a la familia argentina. Desde ahí todo me parece desopilante, aunque él se esmera en explicar sobre una monja que se llama Pauline Quinn, que inspira su terapia psiquiátrica sobre la relación de los animales y las personas y otras tantas cosas más. Entonces, le pregunto si además de psiquiatra era católico y me dice que sí, pero que la mayoría de la gente de ahí lo quemaría en la hoguera. Y, acto seguido, me escupe su interpretación de la Biblia: “¿Sabés cuál es el primer milagro que hizo Jesucristo? En una fiesta, convirtió el agua en vino. ¿Y sabés por qué? Porque la fiesta era un embole.” No les puedo explicar el tono en que contó esto, pero les aseguro que lo dijo con una completa seriedad, sin un milímetro de ironía, con el rostro de piedra. ¿Estaba frente a una estatua viviente de Jorge Corona? ¿O le había agarrado un brote psicótico silencioso y el cerebro le estalló para el lado del humor absurdo? No importaba, si seguía las declaraciones con ese nivel de delirio tenía salvada la noche. Pero no, Pablo seguía serio tratando de justificar no sé qué usando palabras como psicosexual y otras yerbas psi. Así que cuando me empezó a decir que tenía un amigo gay, lo saludé con respeto a él y a su perro y partí. Y, por primera vez en mi vida, seguí los consejos de Cristo, me fui a buscar un buen vaso de vino, porque esto era un embole.