lunes, 29 de octubre de 2007

Marcados


I. Montevideo nos repitió lo que ya sabíamos: el camino al cielo está lleno de lomas de burro. Entonces, nosotros que preferimos andar por la autopista directa al infierno, hicimos nuestro camino pecaminoso de siempre.



II. Primero sonorizamos la noche en el puerto con una "Sinfonía de mariscos y pescados" (el menú de "El italiano" dixit). De otra manera, nuestros estómagos hubiesen sido los que iban a cantar.



III. Y luego embarcados en misión averno fuimos al lugar que prometía y que cumplió. Así, con la marca de Caín tatuada en el cuerpo, bailamos lo que pudimos y quisimos; empezando con una versión gritada de Beautiful Stranger. Y nunca se gritó tan claro: "You're the devil in disguise / That's why I'm singing this song".



IV. Y ya cómodos en el lugar, sorprendió un poco el cartel que era la poca luz-amarillo-azufre iluminando el cuarto oscuro de los pecados carnales. Pero después entendimos: el diablo que avisa no traiciona. Incluso en el infierno hay una luz en el camino, que no sólo ilumina sino que también quema.

domingo, 28 de octubre de 2007

Osos de diez


Hay que decirlo, con pelos en la lengua: el Club de Osos de Buenos Aires cumple una década de prosperidad pilosa. Y para festejarlo preparó una serie de actividades que se desarrolla por estos días. Entre otras cosas, hay una muestra de cine que incluye películas de Anahí Berneri, Edgardo Cozarinsky, Pablo Deambrosis y John Waters. Y también Rear Windows, el primer corto sobre los osos producido en Argentina y que ya fue exhibido en festivales de cine de Vermont y La Plata.

domingo, 21 de octubre de 2007

Redesubicado



1980 era un año que marcaba menos el inicio de una década que un fin del siglo, porque tras las contraculturales décadas del '60 y '70, había que cambiar abruptamente para no ser parte del pasado o ser absorbidos por la propia nostalgia, como cantaban lúcidamente Ramones en su disco con Phil Spector. En sincronía punk con su tiempo, a partir de Polyester (1981) John Waters pegó un volantazo para rotar la dirección: siguió haciendo que sus películas fueran artefactos peligrosos pero dejando de lado la agresión explícita de su primera etapa. Ahora Waters hacía películas que se convirtieron en leves gestos incendiarios de apología de la delincuencia juvenil, apropiándose y subvirtiendo las típicas películas para adolescentes: así nacieron desde Hairspray (1988) hasta Cecil B. Demented (2000), pasando por Cry Baby (1990) y Pecker (1998) . Todas eran relatos de rebeliones en formato estudiantil, algo maximalistas y panfletarios, pero en clave de comedia de juguete bélico. Así, desde un género comercial y mainstream, Waters insistió en su incorrección inconformista y barrial made in Baltimore con nuevos parámetros. Porque con Polyester Waters comenzaba con firmeza una nueva etapa: salía del cine underground de la poética del shock gráfico de Pink Flamingos (1972) para meterse en el mundo de la basura blanca estadounidense, pero manteniendo el mismo nivel de comedia anarquista con su mirada camp, perturbadora, artificiosa, extrema. Y Waters siempre fue más allá de los límites: no ancla en géneros en estados puros, con sus convenciones y repeticiones, sino que va en busca de las impurezas, generando esos ángulos extraños donde Federico Fellini, R. W. Fassbinder, Kenneth Anger, H. G. Lewis, Andy Warhol, Spike Lee y Walt Disney pueden convivir en un conflicto a golpe de carcajadas. Polyester lo planteaba de manera explícita y radical: el cartel de un autocine anunciaba un doble programa de las películas de Marguerite Duras; esto no sólo era un buen chiste sino también una declaración de principios de Waters, basada en la violación permanente de los espacios estéticos regulados por la historia y la práctica (la tradición dicta que en los autocines sólo se pasan ciertas películas de explotación comercial para jóvenes y adolescentes, pero nunca el cine arty de Duras, con sus planos visuales estáticos y antinarrativos). En perfecta sincronía, en una escena de la película, en el estreno de una sala de películas de explotación Divine leía Cahiers du Cinéma: de nuevo la lógica de la desubicación, del gesto que empuja los límites de lo correcto. Y también la película de Waters prolongaba la experiencia audiovisual tradicional: en su estreno, se le entregaba a cada espectador una tarjeta con diez casilleros para raspar y oler cuando la película lo indicara. Ese sistema se llamó Odorama e iba más allá de los sentidos implicados en la experiencia cinematográfica habitual.
Igual estrategia de empujar los límites se pudo experimentar en la función de Súper en el Festival Internacional de Buenos Aires: una película de superhéroes en el espacio del autocine que desubicaba con su estrategia ideológica y de puesta en escena, que además implicaba un dispositivo de doblaje en vivo y algo de performance más allá de los límites de la pantalla. En un autocine local creado para la ocasión convivió un cruce extraño y desconcertante, algo necesario en el panorama cinematográfico local.

Este texto es introducción y complemento de una nota publicada en el último número musical de El Amante, que en el blog de Súper se reproduce en versión scanneada.

sábado, 20 de octubre de 2007

Lunáticos de Valencia


Antes se llamaban Royal Canin y Ulan Bator Trío, y actualmente son Los Bor.bones, una banda instrumental de punk cavernícola o/y rock basura formada por Manolo, Fela y Paloma Bor.bone. Como Ulan Bator Trío tienen un disco rasposo titulado Muchachas Mongolas que es un milagro al cuadrado (si lo quieren descargar pueden darse una vueltita por Papel Continuo, un sitio de la hostia). Los tres son de Valencia y fabrican sus instrumentos con basura y chatarra, incluso los amplificadores; en el fanzine "Rocanrrol por el puto morro" explican perfectamente como hacer esas cosas.
Si quieren una visita guiada al mundo del trío demente está el gran documental Los Bor.bones. Sé mongol y no mires con quién, fragmentado en cuatro partes en youtube. Allí exponen el Pedo de Satán, además de toda la filosofía de la banda, incluyendo la influencia de Mazinger Z y los Teleñecos (o sea Los Muppets). Y hacen un cover ruidoso de Blitzrieg Bop de Ramones que es una locura sublime. Seguramente debe ser lo más intersante que le pasó al rock español.

viernes, 19 de octubre de 2007

Oh, oh, oh


En Vancouver, entre mi hotel y las salas centrales del Festival Internacional de Cine, tenía que pasar obligatoriamente por una galería llamada extrañamente Oh My Godard (nombre que en el contexto del festival de cine sonaba mucho más absurdo). El logo de la galería hacía todo más terrible que el juego de palabras del nombre; la "o" de Godard era una aceituna rellena de morrón y pinchada por un escarbadientes. A través de la vidriera de la galería se podían ver las obras del nivel más horrible: cuadros seudoWarhol de Al Pacino, Steve McQueen y Marlon Brando, copas de cóctel imitación vitraux, más cuadros con dibujos de diseños publicitarios seudoingeniosos con dibujos de frutillas y aceitunas antropomórficas, con bracitos y pies. Toda esta asquerosidad junta, según investigué en internet, pertenece a la autoría de Michael Godard, conocido como el "Rock Star del Mundo del Arte". Ni idea de su existencia, aunque se autopromociona como el artista-americano-más-vendido. La biografía en su sitio oficial comienza de la siguiente manera: "Oh, my God...ard! These are usually the first words out of peoples' mouths when they view Michael Godard's artwork." Increíble.
Este tipo, que se viste y posa como un extra recargado de un videoclip malo de Europe, tiene una vida compleja, con problemas familiares, intentos de suicidio y otras vivencias dolorosas que lo llevaron a convertirse en un artista sensible, según informa un video que podría ser parte del programa de Peter Capusotto. También según el video documental, Michael Godard dejó el camino de las drogas gracias a que descubrió su "talento natural" para el dibujo y el arte. Visto y considerando sus dibujos podemos concluir que se confundió claramente de camino; incluso, su obra se transforma en una de las mayores apologías de las drogas, si es que la abstinencia te lleva a pintar esas porquerías y diseñar un sitio oficial como ese.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Tilt Elvis


"Hay dos tipos de personas en este mundo: los jugadores de videojuegos y los jugadores de flippers", dice Ray Liotta en Cop Land (1997) antes que lo saquen a patadas de un bar. Adicto al flipper, el personaje de Liotta llega a robar parquímetros para encontrar monedas para sostener su ludopatía. No sólo estoy de acuerdo con la clasificación, sino que me encolumno en el segundo tipo, el de los (casi compulsivos) jugadores de flipper, disciplina insustituible.
No hay muchas películas sobre los flippers (o sobre pinballs, para decirlo en gringo): en imdb sólo aparecen menos de treinta títulos que incluyen la palabra clave pinball en su trama (excluyendo los videojuegos). De las que faltan podría nombrar Vivir su vida (1962), donde Anna Karina se juega algún partido de manera apática. Pero también, si mal no recuerdo, la máxima envidia es el personaje de Tom Hanks en Quisiera ser grande (Big, 1988), que tiene un flipper propio en su casa: hecho extraño y ficcional, porque el flipper no es un juego privado sino (semi)público. Y aunque todo aparato llegó para el consumo hogareño, el flipper permaneció inadaptable, irreductible, como un monstruo poco domesticable.
En un pub de Vancouver (British Columbia) encontré el mejor flipper posible: uno algo retro sobre Elvis Presley. No parecía de la nueva generación de flippers surgidos en los 90, aunque estaba casi flamante. Y cada vez que el bolón metálico acertaba en el agujero de Jailhouse Rock, un muñequito del Rey se agitaba espástico. Gran momento.
Los que quieran investigar sobre el mundo de los flippers es muy recomendable visitar la Internet Pinball Data Base.

domingo, 14 de octubre de 2007

Mago de Os


Su debut en un campeonato mundial fue en 1994 contra Argentina. Es el más viejo de los rugbiers profesionales de South Africa, el único que jugó la Copa Mundial 1995 y todavía está en carrera, aunque estuvo varios años retirado en su granja. Este pilar es un verdadero héroe del rugby.
Hoy le tocó de nuevo enfrentarse a los Pumas. Se presentó con una barba prolija, sus increíbles 125 kilos, como un Os(o) viejo y sabio. Terminó sangrando con su cara rota. Parece que llorar sangre es lo suyo; lágrimas rojas de varón. Si me necesita no tendría problemas en hacerle el sana, sana, colita de rana...
Ah, se llama Jacobus Petrus “Os” du Randt. Piedra, sí, de la mejor. Deberían convocarlo como La Mole en la próxima película de Los 4 Fantásticos.