sábado, 25 de agosto de 2007

queer-cyber-remake


En su erudito libro Now you see it (1990), Richard Dyer escribió sobre la primera generación de cineastas gays underground como Jean Genet, Kenneth Anger, Jack Smith, Andy Warhol, Gregory Markopoulos, John Waters, etc. Después de un análisis lúcido, Dyer precisa una sabia conclusión general: “De hecho, las películas gay underground no demandaban ser gay en absoluto, demandaban ser personales. Tal tensión sobre lo individual es un anatema a la colectiva noción de identidad. El acento en lo individual es la diferencia de él/ella con cualquier otro/a, y no lo que él/ella comparte con otro/as [...] Los fragmentos y las superficies, la autenticidad y lo teatral, el control y el abandono, del cine gay underground indican algunas de las inestabilidades que perturban y que regocijan la necesaria ficción de la identidad.” Estas ideas pueden usarse para describir también al movimiento de osos (Bear Movement), especialmente porque a través de un activismo particular ese movimiento comienza a visibilizar una alternativa a los estereotipos gay: frente a las sobreexpuestas caras y cuerpos afeitados o lampiños, delgados, fibrosos y hasta huesudos de la belleza homoerótica de los 90, se propone el peludo, barbudo, grande, robusto, excedido de peso y también rechoncho cuerpo de los osos, produciendo una nueva dimensión del sex-appeal y la imagen gay. La relación entre una sensibilidad colectiva y el placer individual era central en los osos para proponer una nueva crisis de la identidad. Si la cultura osuna salió del armario para exhibir otro sensibilidad, otro modelo de belleza para desestabilizar el canon gay, ¿no se cae en el riesgo de generar un nuevo estereotipo, una nueva forma congelada de homoerotismo colectivo? ¿Es ese un riesgo que anula la diferencia en la representación social? Es importante explorar estas preguntas en este tiempo de afianzamiento internacional del movimiento de osos. Rear Windows es un entrecruzamiento entre el erotismo colectivo y personal a través de una mezcla del cuerpo y el lenguaje digital que también se propone actualizar las preocupaciones y propuestas del cine underground: encontrar otra forma, otra materia y otra estructura para expresar, investigar y expandir el potencial audiovisual.
El primer paso es encontrar coherencia más allá de las convenciones visuales, narrativas y estéticas que dictan la coyuntura. ¿Cómo podemos expresar los límites complejos entre el deseo y la identidad? ¿Cuál es el lugar de la representación y del erotismo en este estadio de la domesticación de la computadora en la era digital? Tras encender una PC, ese impulso mecánico, cotidiano, mudo y sin sentido, ¿cómo conectar nuestro propio deseo?, ¿cómo pasar de lo automático al autoerotismo?
El voyeurismo incorrecto del fotógrafo deportivo L. B. Jefferies, interpretado por James Stewart en el clásico de peep-art (1) La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) de Alfred Hitchcock, es un modelo de esta queer-cyber-remake: de hecho, Rear Windows está registrado con una cámara digital de fotos, en una experiencia de la baja-fidelidad, negando la estilización habitual de la tecnología moderna, enfrentando el riesgo y la naturaleza accidental de un desarrollo visual incontenible. El punto de vista es el de la cámara. Otra influencia: Stewart siente y piensa con y a partir de imágenes; el mundo visual es la llave a su verdad: una diferencia entre dos diapositivas soluciona el problema. La sintaxis entre imágenes hace la diferencia.
Cruzado por la música de la película de Hitchcock, compuesta por Franz Waxman, Rear Windows expone un álbum de fotos de internet (todos cuerpos y rostros bien conocidos por la comunidad osuna; todos espiados sin permiso) con el ritmo regular de un slideshow de computadora. Una cadena de fotos de osos que se parece y se diferencian entre sí. Pronto la secuencia vuelve a empezar, como un loop (2), pero acelera su curso a una velocidad caprichosa y cada encuadre comienza a ser más errático y enigmático. Esos modelos arquetípicos empiezan a acelerarse y en cada reencuadre, en cada detalle se representa un tempo individual y un mapa extraño de fragmentos: un rápido rompecabezas de piezas de cuerpos son prueba de los efectos de una visión alterada, como si el free jazz casi derritiera cada imagen para crear un absurdo torrente audiovisual. Un ciclo extraño comienza, el movimiento del deseo, el ritmo del propio erotismo privado e intransferible: el ojo centellea con un pulso secreto. Los mismos cuerpos se repiten hasta torcerse en imágenes (de)generadas por la computadora. Repetición, cambio, diferencia: circuito paradójico de la identidad. Lo típico y lo extraño mezclados en un mismo marco: Rear/Bear/Window, otra ficción verdadera de nuestra identidad.

Notas
(1) El peep-art es un concepto de Brian de Palma que funciona como comentario del pop art, y está desarrollado en Greetings (1968), película también deudora de La ventana indiscreta.
(2) "Cuando estoy con otros dentro de un loop hay claras relaciones entro lo mismo y lo otro. Los otros y yo, nosotros como sujetos y como sujeto en loop, somos las relaciones de otredad, la repetición del sonido o la imagen en loop, y nuestra supuesta identidad son las relaciones de mismidad. Sin embargo, cuando algo igual se transforma en algo distinto o cuando algo distinto se transforma en algo igual, sabemos a qué atenernos. Progresamos. Sí... dentro del loop se avanza." Diedrich Diederichsen, Personas en loop. Ensayos sobre cultura pop, Buenos Aires, Interzona, 2005. Traducción: Cecilia Pavón.

No hay comentarios: