lunes, 22 de mayo de 2017

¿Dónde está Loo-Kee?


Para mí fue importante que She-Ra, a través de una estética muy girly, muy colorinche, hiciese salir del clóset a He-Man, porque ese universo de Masters of the Universe (Motu) era muy camp, una fantasía de libro para pintar, con un musculoso sobreexhibido como centro, en un arnés como sadomaso. El homoerotismo del héroe de He-Man fue más explícito gracias a la feminización de She-Ra. Como un péplum de fantasía donde los musculosos que lo protagonizan viviesen sobre el arcoíris. Pero también, She-Ra era el poder femenino, un dibujo animado donde una mujer tenía el poder pleno, dominaba, especialmente en el contexto de la aventura y la lucha, donde no siempre domina la mujer. Eso era infrecuente, especialmente en los dibujos animados.

Pero personalmente, lo que me dejó She-Ra es una enseñanza enorme sobre la dimensión de la imagen, hecho que terminó de precipitar mi iconofilia para finalmente convertirme en crítico de cine. Porque ese dibujo animado tenía algo especial: un personaje llamado Loo-Kee se escondía en cada episodio entre los pliegues de los fondos dibujados (fondos que, además, eran paisajes de bosques delirantes, muy lisérgicos). Y el juego que proponía de manera original la serie animada consistía en descubrir en qué imagen del episodio se escondía Loo-Kee, una especie de ¿Dónde está Wally? insertado en cada episodio. Había que mirar cada encuadre con un ojo potenciado, prestando atención a la acción y a la composición, a toda la dimensión narrativa y estética de la imagen, para detectar al personaje oculto. Al final de cada episodio se revelaba dónde había estado oculto el Loo-Kee, que era una suerte de duende animaloide, con pelo bicolor y traje colorinche, un ser muy gay. Ese juego de buscar en los pliegues de la imagen, en lo supuestamente decorativo, me sirvió de entrenamiento como espectador lúcido. Y además She-Ra convierte a lo decorativo en una forma de espesor que esconde un pequeño juego, un enigma, un pasadizo secreto.

No es casual que, de grande, cuando vi los extras de la edición de dvd y leí sobre la serie, descubro que She-Ra, a diferencia de la serie He-Man, no fue creada directamente por Mattel para vender muñecos, sino que fue pensada por animadores, los personajes de She-Ra fueron creados por gente que hacía animación, por eso es más cinematográfica. De hecho, algunos creadores de los capítulos confesaban que habían creado episodios inspirados en John Ford, por ejemplo. Eso tiene que ver con tomarse la fantasía multicolor de She-Ra con criterios más densos cinematográficamente, esa es parte de la dimensión más estética que tiene esa serie. Y esa idea de cultura es la que me define: pertenezco al grupo de personas que van de John Ford a She-Ra, de la cinefilia canónica, legitimada, a la cultura pop más lateral, menos jerárquica. She-Ra y su duende me transformaron en crítico de cine.