viernes, 30 de noviembre de 2012

Post Bear

Enero de este año comenzó peludo: publiqué una nota en la revista Inrockuptibles (que cada vez está más buena), donde celebraba la prolífica actividad osuna en la historieta vernácula. Además de evocar a El ósculo hirsuto, recurrente en este blog, ahí hablaba de la publicación del primer libro nacional de cómic bear: Horror, desperté con un cazador de Rubén Gauna. Ahora, para ir cerrando el año, la segunda parte de la historieta, editada para la última Marcha del Orgullo LGTBIQ, viene con un prólogo mío (del que cito un fragmento abajo, y pueden leer en el adelanto publicado en el Soy). Arriba, otra vez aparezco en el universo de Horror... al que, por supuesto, pertenezco con orgullo libidinal. Este domingo, a las 19, el libro se presentará en el Bar de FM La Tribu (Lambaré 873): habrá barbas para acariciar y frotarse.

A toda comedia le gusta la inversión como materia prima para el chiste, pero Gauna y sus personajes la llevan a un lugar de máxima incorrección. Si las políticas de la identidad y la orientación sexual tomaron su potencia en la afirmación social de ciertos modelos positivos, Horror... muestra el lado oscuro de la fuerza del deseo, cuando la libido nos hace girar el lado B. Si ya hay una teoría y una práctica de la post identidad, ésta tal vez sea la primera historieta post bear, la que ponga un poco en crisis el mundo de los osos como un lugar estancado: ahora ser un oso o un cazador es reinventar las reglas de un cosplay, es una fiesta de disfraces, un juego de rol. Por eso, en sincronía con la cultura queer, Horror... representa la peligrosa aventura de la incertidumbre, la identidad como algo inestable, que puede mutar en nuestra propia cama, donde creíamos que podíamos controlar nuestra fantasía.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Signos de partir

Hace mes y medio, Lisa Kerner inauguró en Milión su muestra de dibujos llamada "A punto", sobre la que escribí una nota en el Soy. El pasado 1 de noviembre, para abrir el mes del Orgullo LGTBIQ, volvió y, otra vez, fue millones: ahora Lisa expone sus últimas creaciones y escribí el texto de abajo para la nueva muestra, bautizada "Implosión", que se puede visitar en Casa Brandon, ese lugar donde el arco iris flamea y se agita todo el año. 

“Implosión” de Lisa Kerner

Acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad cuya presión es inferior a la externa

¿Muchacha punk o muñecas rusas? ¿Ultrapop o dark? ¿Imaginario cartoon o realismo queer? ¿Tomboy o Riot Girl? El pulso de Lisa Kerner se pregunta por dónde alinearse mientras su trazo ondulante dibuja siempre un signo de interrogación hecho cuerpos y almas gemelas o mellizas. Dos o más, las Lisas que se despliegan multiplicadas son un juego de las siete diferencias amalgamado en un mismo rectángulo, como el reflejo y su distorsión sentados a la misma mesa para devorarse mutuamente. Hay algo de electricidad en el serpenteo, como si la implosión de esta muestra tuviese que ver con el mismo rayo que da vida a la Novia de Frankenstein que se activa para partir a la dibujante: partir en el sentido de quebrar o dividir, pero también de marchar o mudarse. Por eso, en esta serie de autorretratos, Lisa se fragmenta otra vez en distintas figuritas que forman un álbum incompleto, pero que igual tiene premio: la sabiduría de reconocer que somos una colección inacabada de identidades que una vez capturadas se comienzan a escabullir. Y siempre es ese horizonte en perspectiva, donde las ratas hacen equilibro y el arco iris nos cobija, que nos señalan los puntiagudos pelos amarillo solar de las Lisas.