domingo, 6 de julio de 2008
Una fiesta sin televisión...
Lo primero que escuché de normA fue su cover de Densa realidad del disco Tomo lo que encuentro. 19 versiones de Virus, compilado tributo de bandas de La Plata a los también platenses Virus. La versión de normA era el pico máximo del disco, lo mejor que una banda podía tocar en un estado de conciencia postVirus: una mirada speed del rock que no abandona ni el humor ni la libertad de juntar melodías y palabras sin los límites de la pose rock moderno (la elección y la electricidad de la canción eran señales suficientes de que se comprendía cada cicatriz de los corazones destrozados de Federico Moura y su troupe, especialmente en sus primeros tres discos: wadu-wadu, Recrudece y Agujero interior). En ese cover no había mero respeto a las fuentes, más bien normA ejecuta lo que dice el refrán: "Tanto fue el cántaro(ck) a la fuente hasta que por fin se rompió." Y, en el primer disco de normA, la esencia Virus se quiebra en un generoso set de 14 canciones a mil donde la ecuación velocidad-verdad se lleva a su máxima densidad. Tras el grito minimal y nominal de rock2tonos, el disco apura 14 picos pegajosos, la mayoría de menos de tres minutos, para hacer del disco compacto, más que un formato, una forma de apretar la felicidad, con el rock en la forma de ser deforme. normA, además, cuadra perfecto como otra de las caras de la enérgica escena musical-diagonal platense, en la que me sumerjo con la insistencia de un groupie.
Anoche, para secarme la humedad de los huesos, fui a verlos por primera vez en vivo (¿por qué mierda esperé tanto?) con la esperanza de sacudirme como adentro de un Kohinoor. Fue algo más que una revuelta carnero, que una pirueta rocker; se los aseguro, el disco es una décima parte de su performance en vivo: mis cuatro canciones favoritas que rumié en soledad carmesí todo este tiempo (uno, chalet, warhol, pc) se volvieron ritos perfectos para el ruido centrípeto de un recital. Y, ojo, porque en vivo normA se transforma en un grupo de canciones lanzallamas, así que si se quedan cerca del escenario tal vez salgan con la peluca chamuscada o el coco quemado. No digan que no les avisé.
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