martes, 24 de febrero de 2009

Mi familia es un dibujo


La ceremonia de los Oscar empezó bien como pocas veces, con un musical de garage que después se convirtió en puro Broadway protagonizado por la gran estrella de esa noche, Mr. Hugh Jackman, el Wolverine de X-Men. Después de un par de números divertidos, de un gran corto de Judd Apatow y alguna cosita más, todo fue más de lo mismo que los últimos años, o sea, un plomazo soporífero.
Para mí el detalle siniestro fue la pantalla con las cinco imágenes de los nominados como actores secundarios, ¿vieron la foto de Heath Ledger? Era impresentable, horrible como pocas, no sé de dónde la sacaron pero parecía una foto del carnet de la pileta, de esas que a cualquiera le da vergüenza mostrar. ¿O era una foto del estado actual de su cadáver?
Y de la familia de Ledger, qué me cuentan. Se volvieron tan populares con sus minutos de fama esa noche del Oscar que los productores tendrían que considerarlos seriamente para papeles de la próxima película de Batman: el padre, con su pelada perfecta, está pintado para encarnar a Lex Luthor (sé que es un supervillano de Superman, pero se lo podría dejar en consignación para una película), la madre estaría muy bien para el papel de la tía Harriet (que regrese, nomás, la perdonamos), y la hermana podría ser una Batichica soñada.

3 comentarios:

Pulfer dijo...

Jajjaa, acertadísimos comentarios.

Salu2.

Hernán dijo...

Lejos, lo mejor fue el corto de Apatow con la maravillosa entrada de Kaminski como el "primer director de fotografía en entregar un premio de la academia", muy gracioso. Después Ben Stiller, Steve Martin y no mucho más. El broche de oro habría sido el discurso de Mickey Rourke, sonriente con su diente de plata, y su dedicatoria del Oscar a su mascota fallecida, pero no, ganó la corrección de siempre. Buuuu.

Diego Trerotola dijo...

Sí, Stiller & Martin perfectos. Y Kaminski acurrucado en el hombro de Seth me pareció tan tierno como hilarante. Lo del no-Oscar al Matón Mickey es un error que produjo la máxima tristeza de la ceremonia. Igual a la altura de ese error todo me parecía un trámite y quería que termine inmediatamente.