
La barba del Diego, su felicidad indisimulable de ser el DT de la selección y el homoerotismo que lo circunda una y otra vez, son las razones que me van a obligar a ver cada intervención de Argentina en el próximo mundial, por más lejano que esté del mundo del fútbol. Aunque, claro, los cantitos de las hinchadas siempre me conectaron y me emocionaron, porque me parecen himnos del sentimiento descontrolado (el vómito emocional de todo el mal en el discurso sin ninguna censura). No quiero hacerme el políticamente incorrecto, es que la guarrada, la lengua en la mierda, es algo que me conmueve: cómo la boca puede besar el horror y hacerlo rimar. Y ahora, para colmo, la hinchada le canta a Maradona que lo ama por ser fiestero. Uffff, no saben como me pone eso, me hace arder la piel, ya tengo quemaduras de tercer grado. Es que mis fantasías maradonianas son cada vez más incendiarias.