Más recomendaciones para el Bafici: acá abajo un texto sobre Mojica Marins que escribí para Sin Aliento, el diario del Festival.
El evento más hereje del Bafici sucedió en 1999 y cerró el siglo cinéfilo vernáculo con una maldición: el viernes santo del primer festival, José Mojica Marins vino para presentar Esta noche me encarnaré en tu cadáver (1967). Si se están preguntando qué tiene que ver eso con la herejía, es que tienen la mala suerte de no haber visto esa película inaugural del director brasilero: ahí, transformado en Zé do Caixão (en español, Pepe Ataúd), aterroriza a una comunidad comiendo carne el Viernes de vigilia. El sacrilegio de la ficción se hacía realidad porque Zé do Caixão vino a aquel festival y recorrió las salas con galera, capa y uñas largas y filosas como garras (como un Freddy Krueger sin fierros) horrorizando con sus presentaciones performáticas, reactuando en vivo sus películas con el nervio de un Vincent Price paulista inyectado con el luto heroinómano de Bela Lugosi. Así, esa retrospectiva de aquel Bafici dio a conocer al monstruo y a su creador (que son la mismísima cosa) para luego hacerse parte del mito. Porque en el Bafici 2000 se proyectó el documental Maldito - O Estranho Mundo de José Mojica Marins, en el que se registraba el paso terrorista por Buenos Aires de este actor y cineasta mientras que se completaba su leyenda: que era dibujante de historietas, que está rodeado de un reguero de anécdotas fatalistas y que hizo una película porno con un pony. ¿O era un caballo? El tamaño, en este caso, ya no importa: la magnitud de la verdad y la mentira es inconmensurable porque el mito Zé do Caixão ya no tiene medida. Este nacido un viernes trece (mejor parido, imposible) hace casi 73 años vuelve este año duplicado al Bafici para el gusto cinéfilo-necrófilo local: como protagonista y director de Encarnação do Demônio (2008) y como actor en Filmefobia, película de Kiko Goifman que sigue los pasos desestabilizadores del maestro del horror brazuca.
Las uñas, como los mitos, siguen creciendo cuando alguien muere. Mojica Marins, como buen vanguardista, se le adelanta a la parca moviéndose con su ataúd por el mundo de los vivos para hacer del cine una espeluznante experiencia de crecimiento.
Las uñas, como los mitos, siguen creciendo cuando alguien muere. Mojica Marins, como buen vanguardista, se le adelanta a la parca moviéndose con su ataúd por el mundo de los vivos para hacer del cine una espeluznante experiencia de crecimiento.
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