domingo, 23 de marzo de 2008

El Tigre alucinado


Tenía 16 años cuando fui por primera vez al Tigre, apenas iniciada la década del 90. Fui con mi pareja de entonces, Ernesto, a festejar el cumpleaños de otra loca, Miguel Angel, que alquilaba un bungalow. Fue mi primera fiesta de locas, una experiencia extrema para un adolescente inexperto en esos eventos. Hay que pensar que, en esa época, no podía ni siquiera entrar a discos o pubs porque mi edad no me lo permitía. Una vez traté de infiltrarme en el pub Teleny y fui expulsado en menos de un minuto. La máxima reunión gay en la que había estado era alguna cena en el departamento de un amigo, con poca gente. En esa época todavía había ciertos rituales, ciertos descontroles propios de las reuniones de locas. Tanto puto desatado para mí fue como estar en una orgía con la ropa puesta.

Ese día en el Tigre conocí a una pareja gay, dos tipos que vivían permanentemente en una isla, que tenían más de cincuenta años y más de veinte de pareja. No recuerdo sus nombres, pero sí que ambos eran adorables, dos personas cálidas, muy diferentes a las pocas parejas que había conocido en Buenos Aires. Desde ese momento imaginé al Tigre como una suerte de paraíso gay, la fiesta multitudinaria y esa pareja quedaron impregnados en el escenario del Delta casi al punto de convertirse en sinónimos.

Recuerdo que por esa época leía todo Cortázar. Y uno de sus cuentos de Final del juego, "Relato con un fondo de agua", lo interpretaba como una tortuosa historia gay porque estaba narrado por un hombre que le hablaba a otro y transcurría en el Delta. Cuando se lo comenté a alguien le pareció un disparate, tal vez lo sea. Nunca más volví a leerlo. Incluso, cuando vi Muchacho, la película de Leo Fleider con Sandro filmada en el Tigre, también pensé que el secreto que esconde el enigmático protagonista anónimo era su orientación sexual. Otro disparate. Me había convertido en un adolescente que alucinaba con efluvios homoeróticos en cualquier representación del Tigre.

Volví sólo una vez más al Tigre, al poco tiempo, a pasar un fin de semana. Con los años me fui poniendo al tanto de anécdotas gay del Tigre, especialmente de los rumores de los Carnavales ("Sabías que aquella de barba va todos los años disfrazada de la Coca Sarli para comerse a los chongos"). Finalmente, el libro Fiestas, baños y exilios, de Alejandro Modarelli y Flavio Rapisardi, sobre los gays porteños en la última dictadura, documentó con claridad sobre la vida marica del Delta, sobre sus mitos y realidades.

La León de Santiago Otheguy es la primera película que representa ese homoerotismo del Delta. Soy, el nuevo suplemento de Página12, publicó el viernes pasado una nota mía al respecto.

sábado, 22 de marzo de 2008

Sangre fucsia


Es vox populi que soy amante de Stuart Gordon, no insistiré sobre mi romance. Pero la copia nueva (supongo que la más impecable que debe existir en este planeta) de From Beyond que exhibió el Malba en el ciclo Excesos, me permite subrayar un par de cositas más allá de mi amor por el director.
1) From Beyond es al fucsia flúo lo que Re-animator es al verde flúo. Ambos colores son tan ochentosos como las hombreras y el pantalón nevado, pero están usados con un nivel de coherencia impecable, volviendo felizmente siniestra la moda de la época. Y la encandilada concepción del color en estas dos películas merece un lugar destacado en la historia estilística del género. Incluso hace pensar en lo tacañas que son en términos visuales las películas actuales, con esa oscuridad de software que repite la misma estilización dark berreta.
2) Jeffrey Combs, especialmente en esta película, es la cruza perfecta entre Bruce Campbell y Michael J. Fox (aunque pelado parezca un poco Sigourney Weaver en la saga Alien). Pero sobre todo, Combs encarna a un tipo de actor que el cine de terror actual no tiene: aquellos que sostienen un estado nervioso en cada plano, como si estuviesen en tensión permanente, tirantes. Otro ejemplo podría ser Brad Dourif, pero en From Beyond, incluso cada interpretación secundaria tiene este nivel de nervio actoral y es posible ver a la película como el catálogo de una teatralidad cinematográfica perdida para el cine de terror actual.
3) El talento de Gordon se puede medir solamente por elegir a Barbara Crampton como su actriz fetiche. Crampton está entre las más virtuosas screaming queens que dio el terror, al mismo nivel de Marilyn Burns, la gritona de El loco de la motosierra. En From Beyond, la Crampton está insuperable en su traje de leather lunática, tal vez como reminiscencia de su paso por Doble de cuerpo. Además de la generosidad de salir en cueros (en el otro sentido de la palabra).
4) Al cineasta Charles Band, que produjo From Beyond, hay que hacerle un monumento. Urgente.

El extraño mundo de Jack


El blog La Región Central posteó un texto de J. Hoberman sobre Jack Smith, traducido del libro Vulgar Modernism. Fue posteado hace un mes pero me demoré en leerlo porque sabía lo que iba a pasar, iba a ponerme a llorar como un condenado. La sensibilidad se me dispara siempre porque: 1) para mí Jack Smith es el colmo de la pasión por el cine, una pasión tóxica desatada a niveles imposibles de explicar, con la que me identifico hasta la mímesis perfecta; 2) luego de leerlo por años en el Village Voice con la admiración de un fanático, a Hoberman finalmente lo conocí cuando vino a presentar una retro de Smith en el Bafici 2001, y me regaló un libro en el que compilaba textos y dibujos sueltos de Smith: Wait for Me at the Bottom of the Pool. Tal vez sea mi libro más querido.
Recién acabo de leer el texto de La Región Central y pasó lo inevitable: llanto incontenible.
Mil gracias Pablo M. por la dedicatoria.
Abajo copio el texto que escribí para el catálogo del Bafici del año pasado, sobre el documental Jack Smith and the Destruction of Atlantis.

Precursor, inspirador y aliado conceptual de Andy Warhol, Jack Smith, como todo genuino cineasta de vanguardia, trajo una noticia a contrapelo, no como una mera impostura, sino como una práctica sostenida más allá de cualquier prejuicio coyuntural. Invocando como modelo exótico a María Montez, actriz despreciada del Technicolor de la Universal, Smith creó un manifiesto para afirmar un cine atrofiado que reinventaba el happening sesentoso a partir de un dionisíaco temblor cinemático. La historia clandestina del mundo lumpen de Smith, mayormente cimentado por fragmentos que jamás se convirtieron en películas, es la materia del documental de Mary Jordan, que busca las huellas de una época de utopías artísticas donde casi todo hacía pop. La prohibición de Flaming Creatures (1963) fue la crisis central de Smith pero también, según los testimonios que reúne Jordan, el testamento para los hacedores que pelearon y pelean contra las convenciones del mundo del cine. Además, el documental prueba que el mejor invento de Jack Smith fue la película sin montaje final, sin límites.

domingo, 9 de marzo de 2008

Super Size Me o McFobia


Cuando se estrenó la película Super Size Me (2004) de Morgan Spurlok, uno de los afiches promocionales era un Ronald McDonald obeso, que la empresa prohibió que se difundiera en los lugares donde tenía locales. Es decir, en ciertos shoppings y complejos multisalas donde hubiese McDonald's, el póster de ese documental no podía ser expuesto. La imagen de la gordura parece molestar duramente a la empresa hamburguesera.
En los locales McDonald's de Buenos Aires ofrecen en la cajita feliz a los muñecos de los personajes del programa de TV mexicano El Chavo del 8, en versión miniatura, como si los actores hubiesen tomado una de las pastillas de chiquitolina del Chapulín Colorado. Pero no están todos los muñecos de los personajes de la vecindad del Chavo, hay sólo seis: El Chavo, el Profesor Jirafales, la Popis, Doña Florinda, Quico y Don Ramón. En realidad, más correcto es decir que están solamente los flacos. Porque las ausencias más notorias son las del Sr. Barriga y Ñoño, dos personajes redondos y obesos, ambos interpretados por Edgar Vivar. Y, relacionando esto con el suceso de Super Size Me, queda claro que las ausencias no son casuales, es más bien un síntoma de la fobia a la gordura, y una forma de censura a otras estéticas y tamaños de parte de McDonald's.
Por suerte, para los que amamos a don Edgar, lo podemos ver vivito y coleando a partir de este jueves 13 que se estrena en Argentina la película El Orfanato, donde interpreta al personaje de Balaban.
Nota: Admito, no sin vergüenza, haber confundido al muñeco de la Popis con el de la Chilindrina. Perdón, se me chispoteó. Ese error ya fue arreglado en el texto. Y la razón de la ausencia de la Chilindrina entre los muñecos, según me dijeron, tiene que ver con un problema legal.

jueves, 6 de marzo de 2008

Divine (1945 - 1988)

Nació como Harris Glenn Milstead en Baltimore, pero fue canonizado en el celuloide escatológico con el hereje nombre de Divine. Una genealogía de su excepcionalidad como actor debe incluir las influencias, entre muchas otras, de la bestialidad de Godzilla, el erotismo camioneril de Russ Meyer, la opulencia de las mujeres fellinianas y la encantadora hechicería de alguna bruja mala de Walt Disney. Esta cruza, impulsada principalmente por el cineasta John Waters, fue la que confluyó en hacer que el cuerpo paquidérmico de Divine sea una esfinge inclasificable, mutante. Y desconcertaba realmente mucho: por ejemplo, el crítico Leonard Maltin se preguntaba si el personaje que interpretaba en una película era un hombre o una mujer; no podía entender que Divine iba más allá de los géneros, de los aburridos binomios heredados como formas de clasificación. Tenía un poder inigualable para desmarcarse, tanto de las convenciones de la cultura masiva, como de los tics de la insipiente cultura gay, burlándose de los clises de drag queens, del erotismo diet y de la restrictiva corrección política de la visibilidad de su propia comunidad. Sellando a fuego una generación posthippie tanto como las historietas de Crumb, prefigurando el impulso rupturista y anárquico del punk de los 70, asumiendo el pop más corrosivo de los 80, Divine atravesó estadios y épocas porque ningún movimiento podía detenerlo, sino que lo impulsaba aún más al paraíso de la vanguardia. El 7 de marzo de 2008 se cumplen 20 años de la muerte de Divine, pero las actuaciones desbocadas que desarrolló en las películas no pueden pensarse como parte del pasado, sino que todavía vibran con la electricidad del futuro.
El homenaje a Divine se realizará en el Malba, dentro del ciclo Excesos, y se proyectarán El callejón de los sueños (viernes 07/03 a las 20 hs.), Pink Flamingos (viernes 07/03 a las 22 hs.) y Polyester (viernes 07/03 a las 23:55 hs; sábado 8/03 a las 22:00).

Convocan Osos de Buenos Aires y Comunidad Homosexual Argentina (CHA)

El Bar de Osos también organiza un homenaje en Casa Brandon, Luis María Drago 236, el viernes 14/03 a las 24 hs.