El blog La Región Central posteó un texto de J. Hoberman sobre Jack Smith, traducido del libro Vulgar Modernism. Fue posteado hace un mes pero me demoré en leerlo porque sabía lo que iba a pasar, iba a ponerme a llorar como un condenado. La sensibilidad se me dispara siempre porque: 1) para mí Jack Smith es el colmo de la pasión por el cine, una pasión tóxica desatada a niveles imposibles de explicar, con la que me identifico hasta la mímesis perfecta; 2) luego de leerlo por años en el Village Voice con la admiración de un fanático, a Hoberman finalmente lo conocí cuando vino a presentar una retro de Smith en el Bafici 2001, y me regaló un libro en el que compilaba textos y dibujos sueltos de Smith: Wait for Me at the Bottom of the Pool. Tal vez sea mi libro más querido.
Recién acabo de leer el texto de La Región Central y pasó lo inevitable: llanto incontenible.
Mil gracias Pablo M. por la dedicatoria.
Abajo copio el texto que escribí para el catálogo del Bafici del año pasado, sobre el documental Jack Smith and the Destruction of Atlantis.
Precursor, inspirador y aliado conceptual de Andy Warhol, Jack Smith, como todo genuino cineasta de vanguardia, trajo una noticia a contrapelo, no como una mera impostura, sino como una práctica sostenida más allá de cualquier prejuicio coyuntural. Invocando como modelo exótico a María Montez, actriz despreciada del Technicolor de la Universal, Smith creó un manifiesto para afirmar un cine atrofiado que reinventaba el happening sesentoso a partir de un dionisíaco temblor cinemático. La historia clandestina del mundo lumpen de Smith, mayormente cimentado por fragmentos que jamás se convirtieron en películas, es la materia del documental de Mary Jordan, que busca las huellas de una época de utopías artísticas donde casi todo hacía pop. La prohibición de Flaming Creatures (1963) fue la crisis central de Smith pero también, según los testimonios que reúne Jordan, el testamento para los hacedores que pelearon y pelean contra las convenciones del mundo del cine. Además, el documental prueba que el mejor invento de Jack Smith fue la película sin montaje final, sin límites.
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