martes, 22 de junio de 2010

Sin prospecto


Desde que me enfrenté a Las sábanas de Norberto no dejo de desconcertarme cada vez que veo una obra de Hernán Khourián. Y ese desconcierto, ese quedar tecleando frente a un video, es más de lo que puedo pedir en mi rutinaria vida de mirón profesional, que transcurre con sobresaltos, excitaciones y otra experiencias, pero casi siempre haciendo pie sin que se me termine de volar la peluca. Siempre alguna de sus imágenes o sus procedimientos me dejan tocado y hundido. Khourián puede llegar a sofocar todas mis certezas, dejarme tratando de improvisar alguna respuesta emocional/intelectual, mientras mis signos vitales apenas escupen risitas incómodas. Incluso, en algunos rasgos de sus videos que no me conmueven, entiendo que hay un riesgo, una voluntad de salirse del espacio obvio, de los caminos posibles de tránsito cómodo, para ir en esas búsquedas donde si se encuentra algo es para interrogarlo hasta que haga chispas.
El próximo jueves en la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946), dentro del ciclo organizado por el Museo de Arte Moderno, se exhiben dos de sus videos, Esplín o errar o sin embargo (2007) y Memoria (2010), ambos suman poco más de media hora pero el efecto dura bastante más. Puede haber contraindicaciones, pero es mejor tomarse la primera dosis sin leer el prospecto. Lo único que les puedo adelantar es que la deformidad de la obra de Khourián provoca que sea uno de los pocos y raros casos que conozco donde el remedio es igual a la enfermedad.

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