miércoles, 4 de abril de 2018

Game Over

Este texto tiene diez mil spoilers.

Terminé de ver Ready Player One y pensé que aunque la emoción no me llegó nunca, la película estaba bien, en su virtuosismo pop. No quería transformarme en el clisé de quien sale puteando a Spielberg, quería que me divierta tanto como 1941 (una de mis preferidas de él, junto con Tiburón), y volví a decirme que no la pasé mal.

Para decir eso, que la película me dejó frío pero que no estaba mal, aclaré a los amigos con los que fui ayer al IMAX a verla, que tenía que dejar de lado que la película me lastimó mucho por su profunda gordofobia (lo peor para los personajes y para el realizador es enamorarse de alguien en el mundo virtual y descubrir que es un tipo que pesa 130 kilos, o sea que para Spielberg yo estoy superando en diez kilos lo peor). Posta, sí, leyeron bien, dejé de lado la herida, porque sé que aunque eso es una mierda. lo puedo denunciar, combatir, pero la boludez humana no debería impedirme gozar del juego que propone la película. Y todo lo que voy a decir desde ahora, no lo digo porque sangro por la herida.
Pero no, hoy me desperté y estuve pensando mucho y sí, tengo que decirlo: la película de Spielberg me parece una mierda. Bosta pura. Incluso me hizo revisar críticamente su obra. A Ready Player One no lo salva ni poner a un Gremlin corriendo ni el chiste de tirar un Chucky en medio de la batalla, porque Spielberg ya no va a estar nunca en el lado Joe Dante ni Don Mancini del mundo. Spielberg es solemne, ya no sabe qué hacer con el humor y parece que ya no puede ponerse a jugar. Nunca haría ET 2, a diferencia de lo que enuncia el genio nerd de la película, Spielberg cancela el juego, no cree que un muñeco pueda ser la pieza delirante de un juego infinito y anárquico (hay que ser un ludópata libertario para hacer de un muñeco diabólico o de un peluche monstruo una saga). El tipo que le cambió el gran título a Los superjuguetes duran todo el verano para rebautizarlo con el pomposo Inteligencia Artificial (una película donde Spielberg hereda la solemnidad de Kubrick), ya no merece tener a mano ese superjuguete que es el cine. Pero no fue ahí que Spielberg me dejó de gustar, sino antes, cuando en su reversión de ET borró las armas de los policías (ejem, ver foto abajo), y entonces comencé la desconfianza sobre su obra. No se trataba de dejar de valorar o dejar de volver a asombrarme por sus prodigios pasados, sino saber que el tipo ya no era el mismo.


Ready Player One es una película que proclama repetidamente ¡viva el juego!, quiere ser una marcha del Día del Orgullo Gamer pero termina con unos pibes que prohíben que la gente juegue durante un par de días a la semana. POSTA. ¿Me estás cargando, Spielberg? ¿Un régimen donde el capitalismo dice cuándo se puede jugar de una manera y cuándo no? Gracias, paso. Si no se puede jugar todos los días no me interesa tu cine, facho careta.
PS: La secuencia en versión gamer de El resplandor (una película que detesto, obviamente, es el arty kubrickoso en el cine de terror) me podría parecer divertida como forma destructiva de esa solemnidad hecha de travellings por hotel despoblado y por separadores de gore cute. Pero no. Igual, la mejor venganza infinita para Spielberg, que quiere heredar el lugar de su admirado Kubrick, es que el director de La naranja mecánica odiaba al director de las Indiana Jones, como queda bien dicho en el libro de Frederic Raphael, Aquí Kubrick. Así que Spielberg (que en general me gusta más que Kubrick, quiero aclarar, aunque Kubrick tiene películas escritas por Jim Thompson -las únicas que valen de Stanley- que son mejores que todo lo que hizo Spielberg). Bueno, eso, me siento feliz que Spielberg tenga que vivir con el odio eterno de Kubrick.
PS2: El texto terminaba originalmente con la oración: "Chupame el culo de 145 kilos, Spielberg", pero me pareció un poco fuerte y se iban a confundir los tantos, así que la saqué.

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