miércoles, 17 de octubre de 2007

Tilt Elvis


"Hay dos tipos de personas en este mundo: los jugadores de videojuegos y los jugadores de flippers", dice Ray Liotta en Cop Land (1997) antes que lo saquen a patadas de un bar. Adicto al flipper, el personaje de Liotta llega a robar parquímetros para encontrar monedas para sostener su ludopatía. No sólo estoy de acuerdo con la clasificación, sino que me encolumno en el segundo tipo, el de los (casi compulsivos) jugadores de flipper, disciplina insustituible.
No hay muchas películas sobre los flippers (o sobre pinballs, para decirlo en gringo): en imdb sólo aparecen menos de treinta títulos que incluyen la palabra clave pinball en su trama (excluyendo los videojuegos). De las que faltan podría nombrar Vivir su vida (1962), donde Anna Karina se juega algún partido de manera apática. Pero también, si mal no recuerdo, la máxima envidia es el personaje de Tom Hanks en Quisiera ser grande (Big, 1988), que tiene un flipper propio en su casa: hecho extraño y ficcional, porque el flipper no es un juego privado sino (semi)público. Y aunque todo aparato llegó para el consumo hogareño, el flipper permaneció inadaptable, irreductible, como un monstruo poco domesticable.
En un pub de Vancouver (British Columbia) encontré el mejor flipper posible: uno algo retro sobre Elvis Presley. No parecía de la nueva generación de flippers surgidos en los 90, aunque estaba casi flamante. Y cada vez que el bolón metálico acertaba en el agujero de Jailhouse Rock, un muñequito del Rey se agitaba espástico. Gran momento.
Los que quieran investigar sobre el mundo de los flippers es muy recomendable visitar la Internet Pinball Data Base.

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