jueves, 29 de diciembre de 2011

La luz sobre la mesa

En la sección Ser y Estar del suplemento Soy, salí disfrazado de Papa Noel en minifalda, en el rincón de la casa que más me identifica, con los objetos que hablan de mí. Acá reproduzco la nota publicada y agrego algunas notas al pie con detalles.

Mi lado (oscuro) de la cama y mi mesa de luz es mi rincón preferido porque ahí tuve y (cruzo los dedos) tendré orgasmos de cualquier tipo y factor. Pero también es un gimnasio de pesadillas y sueños, todos mezclados con lo que hojeo en noches y días entre sábanas que son como lienzos blancos que enchastro con mi forma barroca y pop de relacionarme con todo tipo de cultura y contracultura.
1. Retrato de Gizmo, el mogwai protagonista de la saga Gremlins, dirigida por Joe Dante. Gizmo es como Platero, pequeño, peludo y suave, pero también es la amenaza de expandirse en criaturas abominables, anarquistas, grotescas que brotan como pochoclo explosivo de su interior. Y encarna uno de los tipos de cine que me gusta habitar, la película pochoclera tóxica, descompuesta, que se viste de género para desviarnos, que parece pura ternura pero si te descuidás se convierte en Rambo y tiene la misma ferocidad arisca de un gato. Además, Gremlins es la gran película macabra de Navidad. (A)
2. Libros de mesa de luz. Me identifico plenamente con lo que dice Reinaldo Arenas en Antes que anochezca: cada vez que voy a dormir llevo la misma cantidad de libros que para un viaje largo. Por eso la acumulación babélica al costado de la cama es inevitable y tengo una mesa de luz elevada que siempre se desborda en el piso, porque es necesario alimentar mi cerebro para tener buenas pesadillas con más frecuencia, aunque la mayoría de las veces tengo el mismo sueño fetiche: una cama desenfrenada con Francis Ford Coppola, mi sex symbol absoluto. Ultimamente, me interesa más leer historieta que literatura en la previa al sueño o en las noches insomnes, es lo más parecido que encontré a tomar LSD antes de dormir. (B)
3. Muñecos de Bob Esponja y Patricio Estrella, la pareja queer que vive en Fondo de Bikini. Surrealismo submarino infantilista, que no me deja ejercer la nostalgia por los dibujos animados de mi niñez, no sólo porque lo conocí hace poco, sino porque todavía está vivo y mutando. Para mí la dupla es un show constante de drag queens, la mejor forma en que todxs vivimos nuestra infancia eterna. (C)
Foto y producción Sebastián Freire para participar de esta sección: seryestarensoy@gmail.com


(A)
Esto es recomendable leerlo mientras escuchan "Mi novio Gremlin" de esa genialidad en forma de banda llamada Carmen Sandiego. Y, de paso, también pueden ver al creador de Gizmo, Joe Dante, en su reciente visita a Mar del Plata.
(B) Listado de libros que salen en la foto:
Verticales contra la pared: Krazy Kat 1919 - 1921: "A Kind, Benevolent and Amiable Brick" (compilación de tres años de las páginas dominicales de la mejor historieta del siglo XX publicada en diarios); Weird Tales of The Ramones (treinta historietistas e ilustradores dibujan sobre los Ramones, incluyendo cómic en 3D, una compilación de canciones en tres discos y un documental sobre la mejor banda del siglo XX); Los pequeños macabros de Edward Gorey (versión castellana en formato original -yo tenía la inglesa en formato adaptado- del libro clave del artista en la sombra más influyente del siglo XX -a vos, Tim Burton, te estoy hablando-, que me regalaron para mi cumpleaños gente que quiero); John Waters de Todd Oldham (ensayo fotográfico sobre la casa de Waters, también un fanático de las navidades. Este libro-objeto es éxtasis total, y esta foto donde muestro mi casa es un homenaje a Waters visto por Oldham, que exhibe bibliotecas y libros dispersos por toda su casa. Tiene prólogo de la gran Cindy Sherman). Verticales en medio de las pilas horizontales: The Man Who Grew His Beard de Olivier Schrauwen (la primera edición estadounidense de un historietista belga increíble: mi libro favorito del año, por lejos); Taking Punk to the Masses. From Nowhere to Nevermind. A Visual History from the Permanent Collection of Experience Music Project de Jacob Murray (fotos de objeto e imágenes de la historia del punk, simpático, bien documentado); Hägar the Horrible. Dailies 1976 to 1977 de Dick Browne (tiras diarias de Olaf el vikingo, que además de una clase magistral de síntesis de trazo y humor, es un personaje que me calienta horrores). Verticales, enfrente de la pila horizontal al lado del 2: Comic Book Guy. The Comic Book #1 de Matt Groening y otros (en 2010, mi personaje favorito de Los Simpson tuvo una serie de cómics como protagonista. Empezaron parodiando tapas de historietas célebres, en este caso es el #1 de Los Cuatro Fantásticos). Horizontales, pila al lado del 2, de abajo hacia arriba: Krazy Kat & the Art of George Herriman de Craig Joe (tiene prólogo de Bill Watterson, con eso está claro el valor del libro); Destroy All Monsters Magazine (compilado de las publicaciones underground de esta banda protopunk de 1973 de Detroit, una suerte de Aleph del fanzine punk, mi segundo mejor libro del año); Four Color Fear. Forgotten Horror Comics of the 1950's de Greg Sadowski (compilado de historietas de terror cincuentosas, tiene algunos hallazgos de Jack Cole y no hay necesidad de ponerse retro para apreciar la genialidad viñeta a viñeta); Ghost World. Special Edition de Daniel Clowes (la historieta original solita es oro en polvo, con los extras que trae en esta edición es como viajar a la luna en moto); Take a Joke. Vol. 3 of the Collected Angry Youth Comix de Johnny Ryan (el historietista más bestial del mundo, que puede hacer el dibujo más terrible mientras narra mordiéndose la cola de cascabel para salir volando como un frisbee venenoso que se te clava hasta partirte en cuatro de risa incorrecta); What Were They Thinking?! de AA.VV. (un grupete de graciosos que le cambian los textos de los globos de historietas viejas de género: una idiotez simpática); Scrublands de Joe Daly (un historietista sudafricano que no sabemos bien con qué se droga, algunos dicen que fuma lo mismo que Crumb. Lo cierto es que si el resultado son esos comix, lo mejor es probarlo a ver si nos hace el mismo efecto); 100 veces Pappo de José Bellas y Fernando García (gran rejunte que da con el mapa fierrero con que -nos ponemos de pie- El Carpo dejó su marca en esta tierra de nadie. Viene con ensayo bombástico de Pablo Schanton); Big Baby de Charles Burns (pequeño juguete macabro, sin tanta vuelta como otros del autor, dibujado para volver a creer en ese niño perverso que fuimos y seremos); The House of Mystery (de reciente adquisición, espera que le pegue una leída atenta. Dibuja uno de mis sex symbols preferidos: Sergio Aragonés); Princesa ama a Princesa de Lisa Mandel (fábula romántica estilo cuento infantil con mil piruetas de imaginación sofisticada y estilo visual cercano a una versión europea de Roberta Gregory); All-American Hippie Comix (compilado de historietas lisérgicas y fumonas de Dope Comix con prólogo de Timothy Leary: flor de trip); Madman vol. 2 y 3 de Michael Allred (el volumen 1 lo saqué de la mesita de luz porque lo leí como tres veces y pensé que me iba a volver loco si seguía releyendo en loop. Me conmueve cada línea de Allred, todos sus bichos y giros narrativos, y los colores de su esposa Laura me hacen explotar las pupilas gustativas); A Waste of Time de Rick Worley (un conejo homoerótico espera que le pegue una leída, creo que será en estas mini-vacaciones); Bad World de Warren Ellis (no sé por qué me compré esta garcha, si alguien lo quiere se lo vendo o se lo cambio por algo; si ese alguien tiene sobrepeso de más de veinte kilos y más de cuarenta años, ese algo puede ser sexo); The Complete Wendel y From Headrack to Claude: Collected Gay Comix ambos de Howard Cruse (este tipo también tiene un par de historietas en Dope Comix y estos dos libros completan la historia gay de la segunda mitad del siglo XX con un perfecto punto de vista político a partir de situaciones de sitcom con un estilo cartoon explosivo); Batman Retroactive 1970s (al caballero de la noche le tengo apego, no me lo quiero sacar de mis pesadillas); The Sensational She-Hulk vol. 1 de John Byrne (a la grandota verde la quiero más que a ninguna super-heroína, me picaría con ella, con eso les digo todo, especialmente porque me hace reír como loca); The Essential Dykes to Watch Out For de Alison Bechdel (este no estaba en ese momento en la mesa de luz, pero lo puse porque estuvo durante más de un año, cuando decidí releerlo en inglés; la Bechdel tiene una inteligencia privilegiada para el dibujo, las tramas y los títulos de sus aventuras lésbicas comunitarias que atraviesan lo esencial del siglo XX queer). How to Speak Zombie de Steve Mockus y Travis Millard (audiolibro que enseña el lenguaje básico para sobrevivir en este mundo zombificado). Horizontales cerca de mi panza, de abajo para arriba: The Steampunk Bible de Jeff Vandermeer con S. J. Chambers (me interesan algunas pocas aristas del steampunk, pero este libro es una preciosura bien ilustrada); Palookaville y The Great Northern Brotherhood of Canadian Cartoonists, ambos de Seth (el historietista canadiense me vuelve loco, del primer libro leí la continuación de Clyde Fans, que es impecable; el segundo lo empecé varias veces pero sé que tengo que ponerme firme un día libre para leerlo de un tirón, aunque me da gusto volver a arrancar varias veces como forma de relectura); Please Kill Me de Legs McNeil y Gilliam McCain (guía oral y coral del punk estadounidense, para releer las anécdotas que fundaron toda una sensibilidad que me conmueve: hoja de ruta para desviarse); Epilectic de David B. (cómic autobiográfico, lo empecé un par de veces y me pone muy triste, voy a retomarlo con el estado de ánimo correcto, viene recomendado por Juan Manuel Domínguez, que es garantía de calidad); Paying for It de Chester Brown (otro genio canadiense, que la rompe y la vuelve a armar con su autobiografía en relación a la prostitución, como siempre su sencillez y su falta de discurso predigerido lo hacen salirse de cualquier tópico trillado y de la linealidad. No es su mejor libro, pero tiene toda la dimensión de su personalidad); Role Models de John Waters (ya he picoteado de sus páginas, encontré más complejidad de la que espero de un maestro perverso como él, eso me hizo frenar y esperar hasta poder dedicarle la lectura atentísima que merece: leer a Waters es como empezar de cero, como preparar una materia que no cursaste para rendirla libre).
(C) Además de Bob y Patricio, los otros muñecos que se ven en la foto son Plastic Man (sobre la pila de libros contra la pared), un marciano verde de Toy Story (a la derecha de la dupla subacuática) y un muñequito de torta de un jugador de fútbol con la remera de Gimnasia que venía en el disco de Mapa de bits (en la esquina de la mesa al lado del velador). También, al lado del jugador, hay dos miniseñales de tránsito, conos flúo, que pertenecen a un playmovil, regalo de Gastón Olmos.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Papa navideña


Me canonizaron en vida: fui Santa gracias a que me bautizaron como Chicx de Tapa en número navideño del suplemento Soy de Página/12. ¡Qué herejía, carajo! Desde el título me compararon con la Coca Sarli, aludiendo a una de las películas de erotismo prostibulario de ella: Intimidades de una cualquiera. Tiene lógica, porque la Coca-Cola inventó el ícono papanoelístico que imito, y porque el apodo de familia de mi pareja abierta es Coco. Entonces, soy la Coca navideña: ¿qué pretenden ustedes de mi arbolito, de mis bolas, de mi pesebre?
Aunque no lo crean, porque ya saben que soy una chica fácil, la impronta pin-up de la foto no fue necesariamente intencional ni premeditada, tuvo que ver con una casualidad. Sebastián Freire, el fotógrafo virtuoso responsable de la imagen, alquiló el traje de Papá Noel más grande de la casa de disfraces pero me iba chico: la casaca no me abrochaba y el pantalón no me pasaba de las rodillas (aprecien lo que son esos jamones prominentes que me sostienen), entonces no quedó otra que salir semidesnudo, y como a mí no me cuesta nada... Me dejé el sombrero puesto, eso sí, porque quería ser drag navideña. Y, para no propiciar el escándalo exhibicionista, tapé mis partes con un libro que estaba en la mesa de luz, al lado de mi propia cama, donde se hizo la foto. El libro es The Death Ray, una historieta de Daniel Clowes, muy recomendable, que le hace el aguante a Ghost World en su retrato amargo y original del fin de la adolescencia. Si quieren y les dan ganas, curiosidad o deseo incontrolable, puedo invitarlxs a leerlo en mi cama, y si no leen en inglés, se los traduzco a la lengua que entiendan, para eso soy mandado a hacer. Perdón, me fui de boca.
Sigo: lo aclaré ayer cuando me invitaron a leer en la presentación de Waska#3: no soy Papá Noel, soy Papa Noel (grave, sin tilde, como el tubérculo), porque poseo varias de las características de la papa: tengo una redondez irregular y soy sucia.
Si con esa foto no les he sacado las ganas de festejar, que pasen felices fiestas y que El Gordo de Navidad cumpla sus deseos más oscuros esta noche.

lunes, 19 de diciembre de 2011

¡Trulalá!


Exposición de historietas, domingo a la tarde del final de esta primavera. La gacetilla del evento decía que se trataba de "La Expo del Mundo Fantástico más Grande de la Argentina. Comics, Manga, Anime, Ciencia Ficción y todo el Mundo Fantástico en un solo lugar", muchas mayúsculas anunciaban un engaño seguro, así que iba preparado. Me cruzo la Capital para llegar a un galpón con gente transpirando mares que recorre dos pisos de stands con muñecos de todo tipo y tamaño. Estoy solo y me encuentro únicamente con dos conocidos, tenemos una charla cien por cien idiota y desinteresada que se interrumpe por sus entusiasmos con un pibe que pasa disfrazado de un súper héroe que desconozco; mientras me alejo ellos se sacan una foto con él y no entiendo si lo hacen con seriedad nerd, con ironía irresponsable o solamente con fanatismo desbordado.
Camino stand por stand y veo que hay poca, poquísima historieta impresa (que era lo que iba a buscar): me doy cuenta, un poco tarde, tardísimo que ya el cómic está en una etapa post-papel, que somos minoría quienes nos interesamos en comprar libros y revistas, que todo el mundo baja cómics por internet y que no es negocio que las comiquerías lleven cajas y cajas de ediciones impresas que no van a vender a nadie. Igual consigo algunas cosas que me interesan, el primer tomo compilatorio en inglés de House of Mystery, varios números (también en inglés) de Fantastic Four y The Spirit, y una edición impecable en castellano de una meta-historieta a color de Charles Burns que atraviesa el mundo de Tintín a partir de los planteos de Burroughs (una genialidad de dimensiones cósmicas, algo así como una aventura Elseworld de avant-garde lisérgico).
Ya estaba bastante satisfecho con mi mochila cargada de casi mil páginas nuevas. Y antes de volver a cruzar la ciudad, decido echarme un cloro en el baño de la exposición. La experiencia me confirmaba que podía pasar cualquier cosa detrás de la puerta de un baño público. Pero, de verdad, esta no me la esperaba: Hijitus o Súper Hijitus, no llegué a saberlo, estaba cambiándose en uno de los privados, con la puerta abierta y su sombreritus tirado en el piso cerca de los mingitorios. Como pueden ver arriba, saqué una foto con el celular para capturar esa viñeta perturbadora y porque sabía que nadie me iba a creer. Salí del baño sin hacer la descarga urinaria correspondiente, prefería huir antes de ver a un ídolo de mi niñez en alguna situación escatológica o de algún otro tipo y factor que García Ferré no hubiese ni autorizado ni dibujado. ¿El personaje se rebeló a su creador? ¿Era Hijitus un exhibicionista o un asqueroso? ¿O estaba con diarrea estival precoz y se ponía un pañal de Oaky? ¿Hay una oscuridad en el universo de García Ferré que todavía no salió a la luz? ¿O simplemente se trataba de alguien que había inspirado la versión de Jorge Guinzburg de "Súper Pijitus"? No lo sé, prefiero seguir sin tener ninguna respuesta. De lo que estoy seguro es que en ese galpón había mucha gente dispuesta a sacarse fotos con cualquier Hijitus de vecino, tenga el olor que tenga. Y por eso brindamos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Caracterología

Por suerte, blogs hay de todos los colores, incluso hay algunos incoloros, inodoros, insaboros (¿existe esta palabra?). Internet y la especie humana dan para todo. Y, también es una suerte que, de la conjunción de esas dos cosas, logró nacer Los caracteres, un blog creado por la pareja del periodista Lucas G. y la cantautora Violeta Castillo, dos potencias en lo suyo, y en algunas otras cosas, que a dúo se elevan a la enésima potencia. La cuestión es que, a partir de la idea germinal de entrevistar a amigos y amigas, crearon un blog con secciones que permiten recontar una serie de anécdotas personales que en general quedaban relegadas para mesas de bares o sobremesas, encerradas en fondos de vasos sin terminar listas para armar un mezcladito, envueltas en servilletas arrugadas, apagadas contra un cenicero, vomitadas en inodoros que vigilan las borracheras memorables (segunda vez que aparece la palabra "inodoros" en este post, esto se vuelve escatológico, pido perdón). Tras la premisa "cualquiera puede contar una buena historia" (especialmente si la ha vivido), el blog fue creciendo hasta convertirse en una bombita molotov contra el aburrimiento. En alguna de esas mesas de bar donde se pierden las historias que valen, mientras comentábamos el blog en rueda de amigxs, les tiré a Violeta y Lucas la idea de unxs amigxs para entrevistar, y me contestaron que tenía carta blanca para editar Los caracteres una semana, subiendo las notas que quisiera, incluso que podía crear una sección. Y esta semana lo hice: subí cuatro entrevistas que ya las pueden leer. Agradezco a Marina Yuszczuk, Magdalena Arau, Don Ge y Betina Porta Fouz sus respuestas, amistad y cariño invertido en la colaboración. Y lxs invito a brindar (a ellxs y a todxs) por ese blog (y por este, ya que estamos) en la fiesta que se anuncia en el flyer de arriba, el próximo 21.12.11, fecha numéricamente peculiar, que viene muy bien para escuchar esas canciones de Violeta que nos gustan tanto, tanto: primera noche de verano (que empieza ese mismísimo día) que es buena para salir cantando por el Bajo bien alto.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Sueño húmedo



Me calienta cada vez más Pedro Almodóvar, y cuando veo algunas de sus fotos recientes, como esta de acá arriba, tengo sueños terribles, mucho más zarpados que las crónicas de Patty Diphusa. Qué bien que le quedan las canas, cuánta elegancia daddy. Y, además, está haciendo unas películas que me hacen subir temperatura, que ya no hay termómetro que aguante tanta fiebre. La piel que habito, su último invento de científico loca, me puso de la nuca, así que me aventuré a dedicarle algunas líneas, para arañar un poco su cine y ver si puedo tenderle una red para que me dé un poco de bola. Lo que tejí se puede leer en el último suplemento Soy. Y si lo conocen al manchego, le pasan mi mail a ver si nos ponemos en contacto, y por lo menos hacemos algo por teléfono, que mi línea siempre está caliente para atender a semejante sex symbol.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Sábados familiares de Súper Acción


Nunca la pasé mal en una jornada de Home Movie Day, de las organizadas en Buenos Aires. Incluso, gracias a haber estado en la edición de 2010, aparecí en el documental de Néstor Frenkel, Amateur, sobre un dentista y crítico de cine que era y es superochista y que no solo había filmado un western, sino también hizo su propia remake en el mismo formato casero. Cosas que pasan, y que queremos que se repitan. Por eso, para repetir la felicidad del encuentro, vamos por más: ahora se inaugura un Home Movie Day en La Plata, una ciudad que, por historia y por presente, se merece tener su evento propio. En este blog, que también está linkeado acá al costado, pueden ver detalles. Lxs esperamos, para pasarla bomba, se aceptan todo tipo de película familiares y caseras, desde las inocentes hasta las ingeniosas, incluso las porno: es una pantalla abierta de cuatro horas donde cualquier cosa puede pasar (y les aseguro, por experiencia, que pasa). Entonces, si tienen latas, rollos o cualquier tipo de material fìlmico familiar, que no ven hace mucho, que heredaron y nunca pudieron ver, que encontrarón por ahí, que ven todos los días pero lo quieren compartir: bueno, allí estaremos, con los brazos, los proyectores y las pantallas abiertas y gratuitas, para exhibir todo el potencial que la luz atravesará. Y dejémosle a John Waters cerrar esta invitación, su boca enmarcada por el bigote anchoa no puede decirlo mejor: “No existen películas familiares malas. Estas pequeñas obras maestras subterráneas son reveladoras, alegres, terroríficas, siempre defectuosas, llenas de arte accidental. Piden a gritos desde los sótanos y altillos de todo el mundo volver a verse. El Día de las Películas familiares -'Home Movie Day'- es una orgía de autodescubrimiento, una oportunidad para que los recuerdos familiares se conviertan en espectáculo. Si tenés alguna, rescatala y mostrala".

PS: A la tarde tocan los 107 Faunos y después Los reyes del falsete, Viva Elástico y La patrulla espacial en otra edición de Sonido Argie. Para terminar bailando, porque la jornada se lo merecerá.